Stephen King convierte a sus pueblos ficticios en metáforas sociales, donde el aislamiento, los secretos y el fanatismo revelan que la verdadera amenaza nace dentro de comunidades aparentemente tranquilas.
Stephen King retrata la maldad humana como el verdadero horror, mostrando personajes atormentados por adicciones, obsesiones y fanatismo que revelan cómo los monstruos más peligrosos pueden habitar en la vida cotidiana.
Stephen King explora la infancia como un territorio marcado por la pérdida de la inocencia, el bullying y la amistad, mostrando cómo el horror se mezcla con la fragilidad humana en historias que trascienden el género del terror.