CIUDAD DE MÉXICO, 23 de septiembre (AlMomentoMx).- La tarima tiembla con fuerza al compás del jarabe, el son o la chilena que hombres y mujeres en vistosos y coloridos trajes que los ejecutan para ofrecer un recorrido por la danza típica de México, el despliegue del movimiento y zapateo por parte de los ejecutantes que inunda de regocijo el Teatro del Fuego Nuevo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Los integrantes del Taller de danza folclórica Xochipilli de la Unidad Iztapalapa –que desde su fundación ha difundido la cultura y contribuido así al cumplimiento de una de las funciones sustantivas de la universidad– saben que el baile no es sólo un pasatiempo sino una disciplina, que alternan con pasión con clases, tareas y lecturas.
La directora de esta agrupación desde hace 11 años, licenciada Selene Luna Chávez, expuso que su misión ha sido renovar la imagen del equipo, refrescar su labor y dar continuidad, en aras de una formación integral de los alumnos, al considerar “que este arte ayuda al crecimiento individual, la seguridad y el desenvolvimiento en la vida académica y las relaciones interpersonales”.
Esta disciplina exige aprender a trabajar con el cuerpo por medio de ejercicios de coordinación, dinámicas de convivencia colectiva y la exploración del movimiento, pero también requiere de compromiso y constancia, todo lo cual “es importante, ya que los alumnos se reconocen y autodescubren, ayudándolos a alejarse de pensamientos negativos y encontrar una ruta o forma distintas de habitarse e interconectarse con los otros, además de generar un arraigo por la identidad universitaria”.
Xochipilli –que vive una etapa diferente desde hace más de dos lustros– está constituido principalmente por estudiantes de licenciatura y posgrado, y dividido en los niveles de principiantes y avanzados para facilitar el ingreso a aquellos sin conocimiento previo.
El repertorio cambia cada trimestre e incluye piezas de los estados de Sonora, Baja California, Nuevo León, Nayarit, San Luis Potosí, Hidalgo, Veracruz, Yucatán, Tabasco, Jalisco, Oaxaca, Morelos, Sinaloa, Guerrero y Puebla, entre otros, informó en entrevista la egresada de la Academia de la Danza Mexicana del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Todo proceso de montaje lleva una parte de investigación, en virtud de que hay que transmitir a los integrantes el contexto en el que fue desarrollado cada baile o danza, lo que significa un trabajo previo de construcción de secuencias y coreografías a partir de la estructura musical para posteriormente trabajar en la preparación del repertorio con un respaldo técnico.
El sello distintivo del Taller es que ofrece una versión tradicional urdida con la energía y la alegría de los jóvenes, en un estilo propio logrado al asimilar la danza individual y grupal, debido a que “este arte abre puertas y no es para contener, sino para encontrarnos y convivir, por lo que un danzante debe ser humilde y lo más transparente posible para expresar lo genuino de su interpretación”.
Entre los retos que afronta está acentuar la constitución de un ser humano integral, con conciencia plena de habitar su cuerpo y complementar el proceso de forjarse como universitario, subrayó Luna Chávez e invitó a la comunidad a integrarse y vivir una experiencia innovadora que incrementa las habilidades psicomotrices, musicales y de interacción con compañeros de otras áreas.
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