sábado, noviembre 30, 2024

Sobre las consultas de AMLO

2 X 2 NO SON 22.

Por.- Nemesio Rodríguez Lois.

Imaginemos la siguiente escena dentro de un salón de clases de primaria: El maestro de Aritmética está enseñando las tablas de multiplicar y -de repente- poseído por un espíritu populista, decide someter a votación la siguiente pregunta:

-¿Cuánto son 2 X 2? ¿4 o 22?

Quizás porque suena mejor (o sea que hace verso) casi todos votaron por 22 y es así como, de un grupo de 40 alumnos, tan sólo cuatro se atrevieron a decir la verdad o sea que 2 X 2 son 4.

Es así como, por mayoría super abrumadora, de un 90%; democráticamente por supuesto, los encuestados decidieron que 2 X 2 son 22.

De haber votado por la opción tradicional (que 2 X 2 son 4) el grupo hubiera corrido el riesgo de que lo acusasen de anticuado y enemigo de la modernidad.

Veamos ahora otro ejemplo.

En un edificio, uno de los inquilinos siente de repente un dolor en el abdomen. Sus familiares se alarman y, decidiendo remediar la dolencia, piden la opinión de gente que se supone conoce el problema.

Deseando que opinen los mejores es así como le preguntan a un arquitecto, a un abogado, a un zapatero, a un catedrático de la Facultad de Filosofía, a un vendedor de casimires, a quien saca fotocopias en la papelería de enfrente, al gerente de un banco e incluso a un fraile dominico.

Ya podemos imaginarnos lo que ocurrió: Cada quien dio su opinión y jamás lograron ponerse de acuerdo por la sencilla razón de que les consultaron acerca de un tema que desconocían.

¡Con lo fácil que se habría resuelto el problema si hubiesen llamado a un médico! Sí; un médico, cuyo diagnóstico, en este caso, vale más que la opinión de todos los demás juntos.

¿Verdad que suenan absurdos estos dos ejemplos? ¿Verdad que repugnan al sentido común?

Pues bien, aunque muchos se resistan a creerlo, eso fue lo que pasa en México con las consultas que promueve el presidente electo, como en la que sometió a consulta popular dónde habría de construirse el nuevo aeropuerto.

Según nos dicen, acudió más de un millón de persona, de las cuales dos terceras partes votaron a favor de la propuesta de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Y fue así como, por medio de una consulta hecha por un partido político cuyo candidato triunfador no está aún a cargo del gobierno, se hizo realidad lo ocurrido tanto en la clase de Aritmética como con el paciente que tenía un dolor en el abdomen.

En vez de someter la consulta a gente que conoce del tema, se prefirió hacer a un lado la opinión de los ingenieros, de los pilotos aviadores, de altos funcionarios de las Secretarías de Comunicaciones y de Turismo y –lo que es peor- de los más de 40 mil trabajadores que, a partir del 30 de noviembre, perderán sus empleos.

Por lo pronto, Claudia Ruíz Massieu, presidenta nacional del PRI, afirmó que esperarán a que el presidente electo asuma sus funciones y, en caso de que cancele el proyecto Texcoco, ya verán en qué términos legales puede ser impugnado lo que, más que un acto de razón, es una decisión arbitraria.

Una decisión arbitraria que ha traído ya consecuencias: Presión sobre nuestra moneda, pérdida desconfianza entre los empresarios, quienes lo pensarán dos veces antes de invertir en México, el desplome de la reputación del país y -lo peor- que no tengamos un aeropuerto moderno que ofrezca las necesarias garantías de seguridad.

Consideramos que lo más grave de todo esto -algo como para ponernos los pelos de punta- es que, en el futuro, AMLO siga recurriendo a este tipo de consultas para imponer su voluntad.

Siempre que se tome una decisión importante sobre obras federales que impacten al país, habrá de hacerse con visión de largo plazo, así como con la información proporcionada por técnicos que hayan estudiado a fondo el problema.

Si no se hace así, se está cayendo en la irresponsabilidad puesto que la mayoría de los consultados suelen carecer de los elementales conocimientos sobre el tema que se les está preguntando.

Y lo peor del caso es que se trata de consultas amañadas, con información segada y preguntas tendenciosas.

¿Y cuál es la conclusión a todo esto?

Aunque lo diga la mayoría: 2 X 2 no son 22.

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