–final de Teoría de una conspiración–
Moisés EDWIN BARREDA
(Hace seis años en tres entregas en esta columna denuncié las maniobras de carlos salinas de gortari desde su cargo en el gobierno de de la madrid, para ser Presidente –y surgió lo que llamé prian—y luego, si no pudiera reelegirse, detentar el poder tras el trono. Lo consiguió hasta julio de 2018. En agosto de 2019 “Los periodistas” puso al sol trapitos que exihibí antes. La reproduzco por la urgencia de cortarle las garras a ese traidor que sigue mangoneando a la cleptoplutocracia que fue la pridictadura, porque tras bambalinas es autor, motor, responsable de todos los escollos y trampas a la cuarta transformación, lo que se confirma con este trabajo de “Los periodistas”).
Recapitulemos: hace mucho que estamos mareadísimos a la sombra de la ignorancia y el fanatismo. Tanto, que sólo mentes de altos vuelos pudieron pensar que los sucesos políticos y administrativos públicos más importantes de 1988 a la fecha derivan, como hemos dicho, de una conspiración con los factores de influencia para retener el poder, a cambio de satisfacer a Washington evitando la victoria de la izquierda, cumplir ambiciones políticas panistas, dotar de riqueza a unos, aumentar extraordinariamente la de otros –Fobaproa— y, al final, ejercer indefinidamente el poder tras el trono.
En las postrimerías de la década de los 80 se palpaba el rencor del pueblo porque habían llegado a su límite de tolerancia los abusos desde el poder. Sólo gente de mente entrenada en la maldad y con 99 por ciento de sus aspiraciones satisfechas, podía ver la inminencia de la derrota del PRI a causa de ese sentimiento popular.
Veía diluirse la insensibilidad de millones de mexicanos por su total adaptación al mediocre nivel de vida de las generaciones de la post revolución, oteaba el creciente malestar también por los abusos del capital y del mercado estimulados por el gris Miguel de la Madrid al modificar la Constitución para eliminar la rectoría del Estado en materia económica, y su entrega absoluta a los dictados del Fondo Monetario Internacional.
En círculos de los afectos al poder político y del económico corría la percepción de que Carlos Salinas de Gortari estaba detrás de la política económica del gobierno de Miguel de la Madrid a pesar de su secretario de Hacienda, Jesús Silva Flores. que logró lo designara su sucesor y empezó a urdir la alianza de factores de poder, para evitar la inminente y cualquier otra derrota al tricolor, que avizoró merced a su incuestionable visión, como la que proporciona el contacto estrecho y prolongado con la intriga.
El escenario que se recrea al hilar los acontecimiento es el de Carlos Salinas de Gortari invitando a los más ambiciosos de la cúpula panista y la oligarquía priísta, la curia y los capitalistas, a aliarse a él en esa conspiración con dos objetivos, uno de los cuales ocultó.
El objetivo abierto fue imponerse sobre todas las cosas al inminente triunfo electoral que avizoraba del enemigo común: la izquierda, personificada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. El oculto, obtener capacidad para mover los hilos del remedo de política nacional a plazo inmediato, corto, mediano y largo y convertirse en gran elector transexenal, con aptitud permanente para ejercer el poder tras el trono a partir del año 2000, como sucede.
Superados los escollos en julio de 1988 con el concurso de sus aliados, los dueños del dinero y los manipuladores de la fe, para satisfacer a éstos Carlos Salinas aplicó el programa de gobierno que el PAN ofreció en 1982 mediante Pablo Emilio Madero Belden durante su campaña en pos de la Presidencia de la República en 1982. Lo fundamental fue reformar el artículo 130 constitucional, dar la tierra en propiedad a los campesinos –reformar el 27 constitucional—y vender las empresas estatales y paraestatales.
Más tarde facilitaría a los panistas colocar las siglas, sólo las siglas, de su partido en la silla presidencial, aunque con libertad para decisiones sin demérito de la dictadura priísta.
También por los acontecimientos se colige que la agenda que trazó Salinas de Gortari para satisfacer las condiciones impuestas por sus cofrades, incluyó la incorporación de actores secundarios como su hermano Raúl y Luis Donaldo Colosio. La muerte de éste lo obligó a introducir a Ernesto Zedillo, a quien elevó a la Primera Magistratura para imponer el Fobaproa, que la indignación popular denominó robaproa, para satisfacer ambiciones crematísticas de banqueros y empresarios.
No es difícil pensar que para ocultar su complicidad con Zedillo, acordó con éste la encarcelación de su hermano Raúl, quien aceptó ese trato a cambio de promesas de que todo terminaría felizmente con cuantiosa ganancia para él. Y de aquí todas las exoneraciones por delitos que se le imputaron
También es muy creíble la idea de que dada su innegable inteligencia y visión, Carlos Salinas de Gortari detectó que en las elecciones federales en el año 2000 el rencor popular derrotaría al PRI en las urnas. Le facilitó cumplir al PAN su oferta: el PRI no recurriría al temido fraude, no le impediría ocupar la Presidencia de la República, seguro de que todo marcharía como si el PRI siguiera gobernando. Como fue. Más tarde colaboró con el PAN para arrebatarle la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador, y todo cambiara para no cambiar.
Otra baza oculta fue que ya en el poder, el PAN haría las reformas estructurales que el PRI no quiso imponer por el alto costo político que le significarían. Nada más consiguió a medias la reforma energética y la de la Ley Federal del Trabajo, tan regresiva, aprobada por el Congreso leal al nuevo huésped de Los Pinos.
Aumentan la tendencia a creer que paralelamente tendió sus redes al estado de México, apoyado por la curia local, para modelar a quien en 2012 llevaría a la Presidencia de la República con o sin la voluntad popular. Así llegó el actual huésped de Los Pinos, que pronto exhibió su ineptitud y sus obscuras relaciones con beneficiarios de su gobierno anterior y de su presencia en Los Pinos.