Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia
*El eterno debate entre eslavófilos y occidentalistas.
*Tradiciones ancestrales, cristianismo ortodoxo y vida rural.
*Los prooccidentales apoyaban individualismo y modernización.
La cuestión entre dos formas de pensar y de actuar entró en pausa por la revolución rusa de 1917, cuando los socialistas radicales subieron al poder, pero los debates entre los occidentalistas y sus oponentes siguen vigentes todavía hoy. ¿Cuáles son los argumentos principales?
Unos afirmar :“Sí, somos asiáticos”, y los que se oponen a la idea de que Rusia pertenece al mundo occidental suelen enfatizar que a lo largo de la historia nacional ha vivido en “una encrucijada” de civilizaciones y que por eso ha abrazado valores culturales de Europa y de Asia.
Rusia debería basarse en una herencia única, en su pasado, tal y como decía Lev Gumiliov, historiador ruso y una de las voces más respetadas del euroasianismo, la de aquellos que consideran que Rusia es euroasiática, un país tanto occidental como oriental):
“Rusia es un país especial, sin similitud con otros, singular, que une elementos de Occidente y de Oriente”, afirmó el sabio hace décadas, además, decía, existe la conflictiva historia de Rusia y sus polémicas relaciones con los países europeos y Occidente”.
En general, no se hace más que echar leña al fuego y provocar que muchos pensadores patriotas digan: “No somos europeos ya que Europa nunca nos abrazará”.
Alexander Blok, poeta de principios del siglo XX, escribió un airado poema llamado Escitas, dedicado a los europeos que niegan que Rusia sea parte de Europa: “Sí, somos escitas, sí, somos asiáticos, con rasgados y codiciosos ojos. Se intenta atraparnos; pero no somos parte integral de Occidente”
Por otro lado, en el mismo poema, Blok llama a la unidad entre los rusos y sus vecinos europeos: “¡Camaradas, seamos hermanos!”.
Se trata de un ejemplo de un tipo de pensamiento según el cual los lazos entre Europa y Asia prevalecen a pesar de las diferencias y los malentendidos políticos. Desde tiempos de Pedro el Grande, entre 1682 y 1725), que llevó los valores, hábitos e incluso las ropas europeas a Rusia a principios del siglo XVIII, este punto de vista cuenta con muchos apoyos.
Por ejemplo, el analista ruso y editor jefe de Carnegie.ru, Alexander Baúnov, escribió en 2014 un ensayo en el que afirma que tanto los orientales como los occidentales consideran que Rusia está más cerca del Occidente global, al menos en términos culturales.
“Nuestras diferencias con cualquier país occidental son muy significativas, pero no son más que las diferencias que puede haber entre Finlandia y Portugal, Hungría e Irlanda o Chipre y Polonia”, escribió Baúnov.