Luis Alberto García / Moscú
*La vigilancia se ha extremado desde el 24 de febrero.
*Los “super hombres” que protegen al presidente ruso.
*Hay misiones extraordinarias y especiales para los escoltas.
*El poder otorgado a los agentes presidenciales no tiene límite.
*La ciudadanía en general vive rigurosamente vigilada.
Un grupo de seis agentes de fortaleza descomunal cercanos a los dos metros de estatura, hicieron su presentación en mayo de 2018, el día en que el presidente Vladímir Putin llegó a Viena -capital de Austria- para participar en una ofrenda floral en el monumento a los soldados soviéticos que liberaron esa ciudad.
En Rusia acababa de ser sustituido al director del Servicio Federal de Protección, encargado de proteger la vida del mandatario, recién electo para un periodo más desde que asumió su cargo en 2000.
Los cuidados y la vigilancia sobre Putin se han extremado desde el inicio de la invasión a Ucrania el 24 de febrero último, y con tareas especiales extraordinarias, esta no es la única misión del departamento, y la ciudadanía se pregunta qué les está permitido a los servicios secretos de Rusia.
No hay ningún otro departamento de las fuerzas del orden rusas más confidencial que este, lo único que se sabe acerca de su actividad es mera suposición; pero se sabe que el Servicio Federal de Protección (FSO por sus siglas en ruso) es poderoso, multifuncional y extremadamente secreto.
“No existe ninguna información sobre sus operaciones ni ningún informe público”, establece uno de sus jefes, quien informa que durante casi veinte años su director había sido el general del ejército Evgueni Murov, antiguo amigo de Vladímir Putin y, como el presidente ruso, ex agente de las fuerzas de seguridad de Leningrado.
Sin embargo, el presidente despidió a Murov y nombró a su adjunto, Dimitri Kochnev, como su sucesor: la sustitución se debió a que había superado la edad permitida para ser funcionario del Estado.
Sobre el nuevo director del departamento se sabe poco: Kochnev es un hombre sin biografía: en las páginas web del Kremlin y el FSO no existe ni na palabra sobre él, y lo único que se sabe es que desde finales de 2015 dirige el servicio de seguridad del presidente, que forma parte del FSO; pero, a pesar de la confidencialidad, sobre la organización que dirige ahora se sabe poco más.
El FSO tiene sus raíces en una de las direcciones del Komitet Gosudarstevennoy Besopasnosti (KGB), el Comité para la Seguridad del Estado de la época soviética que tenía competencias extremadamente amplias.
Este organismo se encargaba de la seguridad de los funcionarios del gobierno más importantes, del mismo modo que el FSO en la actualidad, que obviamente ha cobrado relevancia, una importancia inusitada ante lo que ocurre en Ucrania
Desde hace años corren rumores acerca de que para los eventos más arriesgados -como la ocasión en la que el presidente se sumergió en un batiscafo hacia las profundidades del lago Baikal, o cuando se subió en un bombardero de caza-, los agentes del FSO utilizan a un doble de Putin.
Bajo las actuales circunstancias, se evoca la magia siniestra para la desaparición de opositores incómodos y el ocultismo en la Cheka, el organismo de espionaje interior fundado en diciembre de 1922, al mismo tiempo que la Unión Soviética.
En ocasiones los agentes de los servicios de protección visten trajes negros y llevan anillos especiales que los identifican, mientras que en otros casos visten de civil y se mezclan entre la multitud.
Este servicio contrata a los hombres de mayor confianza, aunque algunos de ellos no han logrado resistir la tentación de hacerse selfies desde su trabajo y colgarlos en las redes sociales: la prensa se ha hecho eco en repetidas ocasiones de este tipo de fotos.
Así como de la información personal de algunos de los miembros de seguridad del FSO, estos agentes no solo protegen al presidente, sino también a los jueces, a testigos y a otro tipo de profesionales, así como algunos edificios del gobierno como el Kremlin o la Duma Estatal; sin embargo, esta es solo una de sus muchas tareas.
Durante el mandato del general Murov, el FSO ha luchado con uñas y dientes para obtener nuevas competencias y el estatus de departamento de servicios especiales más importante de Rusia contra su principal competencia, el Servicio Federal de Seguridad (FSB).
El FSO puede llevar a cabo todo tipo de operaciones de investigación, realizar intervenciones telefónicas y abrir correspondencia privada, detener a ciudadanos, registrar viviendas y confiscar vehículos.
Al ser responsables de la seguridad de los edificios estatales, los agentes del FSO responden también de las calles en las que se sitúan estos edificios: una de cada doce calles de Moscú se encuentra bajo su control, y generalmente se suele recopilar un expediente de información sobre los “afortunados” que viven en ellas.
Al mismo tiempo, el FSO lleva a cabo estudios sociológicos de la población que son evidentemente, confidenciales que contiene información para el gobierno y se cree que el presidente, el Consejo de Seguridad y el régimen se basan en ella a la hora de tomar decisiones y de valorar los índices de popularidad de los líderes de partidos y de la oposición, así como la situación socioeconómica en las regiones más remotas.
Una de las últimas ampliaciones de sus funciones fue la creación y el desarrollo del segmento ruso de internet para los funcionarios público, mediante un departamento que se encarga de la protección de sus canales de comunicación cifrados.
Vladímir Putin ha ordenado que pasen al control del Ministerio del Interior el Servicio Federal de Control de Drogas (FSKN) y el Servicio de Migraciones (FMS), además de anunciar la creación de una Guardia Nacional sobre la base de las tropas interiores para tener a millones rusos rigurosamente vigilados.