jueves, junio 26, 2025

Protagonista LBGT+: Cotita de la Encarnación, resistencia y valentía

CIUDAD DE MÉXICO.— En la historia LGBTQ+ de México hay figuras que brillan con luz propia, dejando una estela de valentía y desafío a su paso. Una de ellas es, sin duda, Cotita de la Encarnación, cuyo nombre evoca no solo un pasado, sino también la semilla de un futuro más inclusivo. Si bien su historia no siempre ha sido ampliamente difundida, su existencia misma fue un acto de rebelión y una piedra angular en la visibilidad de la diversidad sexual en el país.

⇒ Cotita, cuyo nombre real era Juan de la Vega Galeano, emergió en un momento donde ser visiblemente homosexual o travesti era un acto peligroso, castigado por la sociedad y por la ley. Se trataba de un mulato de alrededor de 40 años que vivía en lo que hoy conocemos como La Merced.

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Juan era conocido por usar un pañuelo en la cabeza que utilizaban las mujeres de la época. Además, solía menear las caderas al caminar, se sentaba ‘como mujer’ y ejercía el oficio de lavandero. Al enterarse de que había sido denunciado, huyó y se escondió con 3 amigos en una vecindad. En su época, quienes eran acusados de sodomía (en aquel entonces no existía la palabra ‘gay’) eran quemados en lo que actualmente es la zona de San Lázaro.

Las autoridades lograron localizarlo y detenerlo. Al ser interrogado, Juan reconoció que recibía en su vecindad visitas de hombres con quienes tenía relaciones pidiéndoles que le llamaran Cotita de la Encarnación. La palabra ‘Cotita’ era utilizada en aquel entonces como sinónimo de ‘mariquita’. Además, Cotita confesó que no era el único que cometía el pecado nefando, como se llamaba a la homosexualidad.

Cotita desafiaba las normas de género y sexualidad con cada atuendo, cada gesto, cada palabra. No era solo una “travesti” en el sentido moderno, sino una figura que encarnaba la libertad de expresión y la transgresión de los límites impuestos. En una época donde la identidad de género y la orientación sexual eran prohibidos, Cotita de la Encarnación se atrevió a ser ella misma.

En noviembre de 1658, junto a otros 13 hombres, incluido su pareja, fueron quemados vivos en la hoguera. Sin embargo, en un México donde la homosexualidad se vivía en la sombra, Cotita de la Encarnación fue un faro, un testimonio viviente de que existían otras formas de ser y amar. Se puede argumentar que figuras como Cotita fueron las precursoras silenciosas de movimientos posteriores.

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AM.MX/dsc


Redacción/dsc
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Periodista en crecimiento; siempre buscando algo que contar.

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