Por Norma Meraz
Ahora que el PRI va con un candidato “ciudadano”, sin partido”, impuesto por el Presidente Enrique Peña para buscar la presidencia del país, que sentirán los priistas de cepa, los que “nacieron y morirán priistas”?
Y los priistas de verdad, los que se entregaron desde hace muchos años a un instituto político cuyos postulados tienen como base: la justicia social y la democracia y que su bandera es la lucha por la igualdad de oportunidades para ascender a un mundo mejor?
Los que de verdad tenían orgullo de pertenencia, se sentirán con el mismo compromiso de salir a buscar votos para alguien que no es de los suyos?
Por su parte el candidato José Antonio Meade, llamado candidato ciudadano- que los demás no son ciudadanos? -no priista, se asume en automático como priista, pues es el partido que lo postula.
Pero no solo eso, su discurso tiene el mismo corte y expresiones que por décadas hemos escuchado de los exponentes del PRI.
Sus año y dicen que es un ciudadano “sin militancia política”, con lo que confunde política con militancia partidista, otro error a su historial, como el de que trabajaba como secretario de Hacienda en el gobierno pianista, pero votó por el candidato priista. Habrá hecho lo mismo su jefe de turno, Felipe Calderón.
En qué se distingue el discurso de Meade del de los jilgueros priistas? En nada de fondo, quizá su timbre de voz que medio esconde el tono de oratoria de los priistas de antaño.
Los puristas priistas orgullosos de su militancia, no se habrán convertido en vergonzantes?
La historia reciente nos dice que los presidentes de México, casi siempre se han equivocado al elegir a su sucesor . Creyeron que la lealtad “ manifiesta” del elegido, los iba a cubrir de todo mal y para siempre .
Me refiero fundamentalmente cuando se trataba de una sucesión entre priistas; pero con más razón cabe el error cuando el caso es de alguien externo, sin compromiso expreso hacia el PRI ni a los incautos que tendrán que ir de puerta en puerta a comprar votos y así ganar el uno de julio.
Si triunfara José Antonio Meade, por principio gobernaría con el repudio de un 70% de la población hacia el partido que lo catapultó; con menos del 30% de los electores y con un poder legislativo minoritariamente priista.
Sin embargo, gobernaría con una plataforma política diseñada por tecnócratas alejados de todo tipo de compromiso social , como es: la atención a los millones de pobres, el apoyo a los millones de indígenas marginados y olvidados y el respeto a los derechos humanos.
Que ganaría el PRI , si gana Meade? El PRI, ganando pierde!
El PRI sin cargada y clientelismo, no sería PRI. Aun cuando le cambiaran el nombre, no dejaría de ser Partido Revolucionario Institucional, de seguir con sus prácticas de elecciones por dedazo, disposición de presupuesto público y cuotas de los cárteles de la droga.
Si ganara el PRI y conservara el nombre por lo menos hasta el momento del ascenso de su candidato a la presidencia, dejará de ser el PRI porque sus directrices serán trazadas por NO priistas y con esto, dejaría de una vez por todas, las prácticas democráticas, que aunque defectuosas, sostenían el espíritu o ilusión de la sociedad de poder participar en la elección de sus representantes.
En todo caso la sobrevivencia del PRI dependerá de su transformación en un partido político competitivo, divorciado del dedazo, la corrupción , la impunidad , pero sobre todo, validado por el voto de la sociedad, no por el voto del dinero y el cinismo del poder.
Digamos la verdad!