WASHINGTON D.C.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciará este viernes un cambio significativo en la estructura del gobierno federal: la renominación del Departamento de Defensa como Departamento de Guerra. La decisión, aún no oficializada, fue confirmada por un alto funcionario del Gobierno bajo condición de anonimato y ha generado reacciones tanto dentro como fuera del país.
Durante una reunión reciente con periodistas en el Despacho Oval, Trump ya había dejado entrever sus intenciones: “Lo llamamos Departamento de Defensa, pero entre nosotros, creo que le voy a cambiar el nombre. Ganamos la Primera Guerra Mundial, ganamos la segunda. Entonces se llamaba Departamento de Guerra y para mí eso es lo que es de verdad. Defensa es una parte, pero tengo la sensación de que lo vamos a cambiar”.
Este movimiento no solo representa un giro simbólico, sino también político y estratégico. Según fuentes cercanas al mandatario, el objetivo es proyectar ante el mundo una imagen de unas Fuerzas Armadas más firmes, agresivas y preparadas para el combate.
El Departamento de Guerra existió formalmente desde los inicios de la nación hasta 1947. Tras la Segunda Guerra Mundial, el presidente Harry S. Truman reorganizó la estructura militar: creó una nueva entidad que unificó a la Marina, el Ejército y la recién creada Fuerza Aérea bajo el nombre de “Departamento de Defensa”. La decisión buscaba consolidar un enfoque más institucional y menos beligerante tras el conflicto global.
Con el nuevo anuncio, Trump no solo revive una denominación histórica, sino que también marca un distanciamiento del discurso moderado adoptado tras la Guerra Fría. Para el actual presidente, el concepto de “defensa” no refleja con precisión la función ofensiva que, en su visión, debe cumplir el aparato militar estadounidense.
Otro actor fundamental en esta transformación es Pete Hegseth, actual jefe del Pentágono. Ex presentador de Fox News y conocido por su retórica combativa, Hegseth ha sido uno de los principales impulsores de la idea de cambiar el nombre del Departamento. En una reciente visita a una base militar en Georgia, bromeó con los cadetes diciendo que su cargo “quizá tenga otro nombre a partir del viernes”.
Desde su llegada al Pentágono, Hegseth ha impulsado una serie de políticas dirigidas a reforzar una imagen más conservadora del Ejército. Ha eliminado programas de diversidad e inclusión, intentó vetar la participación de personas homosexuales y transexuales en las Fuerzas Armadas, y despidió a altos mandos, como el general C.Q. Brown, por considerar que sus nombramientos respondían a políticas de equidad y no a méritos militares.
La estrategia general, tanto de Trump como de Hegseth, apunta a recuperar una narrativa militar tradicional, centrada en la fuerza, la disciplina y la supremacía bélica. No se trata solo de un cambio de nombre, sino de una redefinición del papel que Estados Unidos quiere proyectar ante el mundo.
AM.MX/fm