viernes, abril 19, 2024

Plazas de toros en Puebla, origen y extinción

Adrián García Aguirre / Cd. de México

*Esta es la larga historia de sus cosos taurinos.
*Durante años, grandes figuras desfilaron por ellos.
*Son cinco los estados que han prohibido esos espectáculos.
*Cronología de un debate que afectó a la Plaza México en 2022.

El 10 de junio de 2022, Jonathan Bass Herrera, juez Primero de Distrito en Materia Administrativa, concedió la suspensión por la cual la Plaza de Toros de la Ciudad de México, prohibiendo la realización de eventos taurinos.
A partir de entonces, se sigue debatiendo sobre la ética de la tauromaquia, entre quienes la defienden como una tradición con valor cultural y quienes la acusan de crueldad animal.
En el tema que hoy se aborda, Puebla posee una historia amplia, ya que es uno de los estados del país que, en su mayoría fue poblada y habitada por españoles, quienes recogieron como herencia la afición a las corridas de toros.
Según el Archivo Municipal, las primeras manifestaciones taurinas, las encontramos en los testimonios que dejó Hernando de Villanueva, aficionado de las aventuras que comerciaba ganado de abasto y lo aprovechaba para divertirse.
Siendo su padre conquistador y el primer Alcalde Mayor de esta ciudad, había facilidades para la organización de festejos taurinos, que tuvieron lugar en el zócalo a partir de 1547, donde se instaló una plaza de madera con dos palcos especiales: uno para autoridades civiles y el otro para las eclesiásticas.
En Puebla la primera plaza de toros fija se llamó “El Paseo” por estar frente al actualmente Paseo Bravo, en la calle 11 sur entre 3 y 5 poniente, hecha de mampostería con remates en madera, construida en 1840 y demolida en 1937.
En 1849 se construyó la plaza de toros “San Jerónimo”, donde actualmente se encuentra la Clínica 2 del Seguro Social, y se recuerda que, durante el ataque que sufrió Puebla en 1856 por el movimiento conservador contra el gobierno de Ignacio Comonfort, las fuerzas liberales se apoderaron de la plaza de toros tratando de quemarla, pero fue demolida en 1867.
En 1907 se edificó otra Plaza de Toros “La Colonia”, frente al lado sur del Paseo Bravo, la actual 11 Poniente, ahora desaparecida porque el predio fue vendido.
El 29 de noviembre de 1936, con capacidad para quince mil espectadores, había sido inaugurada con un cartel compuesto por el capitalino Alberto Balderas y el moreliano Jesús Solórzano, el Rey del Temple, que lidiaron toros de San Mateo.
Así, se llevaron a cabo varias temporadas con mucho éxito, pero fue el 25 de abril de 1974 cuando comenzaron las labores de demolición de la plaza, que tardaron poco más de un mes en concluirse.
Otra bella plaza fue Ideada en 1988 por José Ángel López Lima, empresario originario de Tlaxcala, construida por los arquitectos Gilberto de Yta Rivero y Abel Aguirre Terán, inaugurada el 19 de noviembre por Jorge Gutiérrez, David Silveti y Vicente Ruiz “El Soro”.
Fue en el año 2000 que se consiguió que se techara el inmueble con capacidad para 4 mil 500 espectadores, antes de iniciarse un debate por la prohibición de tauromaquia en Puebla, cuando la diputada por el Partido Acción Nacional (PAN) Guadalupe Leal Rodríguez, presentó una iniciativa para prohibir las corridas de toros y peleas de gallos debido a que “se incurre en tortura, maltrato y asesinato de animales”.
En contraste, el gobierno estatal señaló que las corridas tienen un valor cultural y que, de prohibirse, los toros de lidia están condenados a la extinción; pero aclaró que los legisladores están en absoluto derecho de presentar iniciativas y el Congreso en obligación de debatir al respecto.
En la actualidad, México tiene prohibidas las corridas de toros únicamente por estados y no a nivel federal, y así Sonora se convirtió en el primer estado en prohibir estas actividades, en mayo de 2013; después le siguió Guerrero en julio de 2014.
Coahuila en agosto de 2015, y Quintana Roo en junio de 2019 y el más reciente Sinaloa que en 2022 se convirtió en el quinto estado del país en sancionar la tauromaquia, espectáculo que es defendido por quienes admiran un arte que tiene más de cinco siglos de existir en México.

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