Por Pedro Camacho
En el lenguaje coloquial es mucha la gente que dice “ójala”, con acento en la “o”, para expresar su deseo de que algo ocurra de la manera en que se lo imagina idealmente; sin embargo, lo correcto es ojalá, con el acento en la segunda a. Lo que sí es inaceptable es la expresión “ojalá y Dios quiera”, simplemente porque se trata de una redundancia, puesto que ojalá es un término de origen árabe cuyas raíces son oj-Alá, que significa quiera Alá; es decir, quiera Dios.