Por Pedro Camacho
Como consecuencia de la cada vez mayor fuerza que cobra en el mundo la delincuencia organiada, los medios primero y después toda la gente, tienden a dar carta de naturalización a ciertas expresiones que, de una manera subliminal, justifican las atrocidades de los grupos criminales; como ocurre con el verbo ejecutar, que cada vez es más empleado como un sinónimo de asesinar, pero que deja ver que se trata de un crimen, por así decirlo, profesional. Lo correcto es llamar a las cosas por su nombre, y una ejecución sólo lo es en la medida en que una autoridad judicial ha dictado sentencia de muerte contra el ejecutado, en cuyo caso, quien le quita la vida es un verdugo. Lo que hacen los delincuentes es asesinar, no ejecutan a nadie.