CIUDAD DE MÉXICO.- De acuerdo con Jaime Álvarez, CFA y Vicepresidente de Inversiones en Skandia, el 2025 estuvo marcado por una transición hacia una mayor estabilidad macroeconómica, tanto en México como a nivel internacional. Este proceso, sin embargo, no estuvo exento de episodios de volatilidad, particularmente ante los temores asociados a la posible implementación de aranceles comerciales por parte de Estados Unidos, lo que llevó a ajustes relevantes en los mercados financieros.
En el ámbito local, la inflación continuó moderándose, lo que permitió a Banco de México iniciar un ciclo gradual de recortes en la tasa de referencia. Este entorno favoreció a los mercados de renta fija y dio soporte al tipo de cambio durante buena parte del año. No obstante, conforme los inversionistas ajustaron sus expectativas de crecimiento y de política monetaria, la volatilidad cambiaria reapareció hacia la segunda mitad del periodo.
Desde una perspectiva estructural, el nearshoring se mantuvo como un factor positivo para la economía mexicana, aunque con resultados desiguales entre regiones y sectores. A nivel global, el inicio del ciclo de recortes por parte de la Reserva Federal, la desaceleración económica en economías desarrolladas y el fuerte impulso de la inversión en inteligencia artificial fueron elementos clave que definieron el comportamiento de los mercados a lo largo del año.
Frente a lo que anticipaban los analistas a inicios de 2025, el balance fue mixto. La inflación cedió con mayor rapidez de lo previsto; sin embargo, el crecimiento económico resultó menor y la volatilidad financiera fue más persistente. En este contexto, los mercados accionarios superaron expectativas, mientras que la renta fija tuvo un desempeño positivo, beneficiándose del entorno de tasas más bajas.
De cara al 2026
El entorno estará influido por una combinación de factores estructurales y coyunturales. La revisión del T-MEC será determinante para la certidumbre de la inversión y la continuidad del nearshoring, particularmente en sectores como manufactura, energía e infraestructura logística. Asimismo, la normalización de la política monetaria tanto en México como en Estados Unidos jugará un papel central en la definición de los flujos de capital, el desempeño del peso y las valuaciones de activos financieros de mayor riesgo, como las acciones que cotizan en las diferentes bolsas de valores.
A nivel local, se sumará el impacto económico del Mundial 2026, que podría impulsar el turismo, el consumo y la inversión en servicios y transporte. No obstante, persistirán riesgos asociados a la desaceleración global, las tensiones geopolíticas y la volatilidad financiera. Bajo este contexto, 2026 se perfila como un año con oportunidades relevantes, pero que exigirá una gestión prudente del riesgo, una adecuada diversificación y una selección cuidadosa de proyectos e inversiones.
AM.MX/fm
