Francisco J. Siller
Ante el teléfono descompuesto y los oídos sordos en el Palacio Nacional, los empresarios agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial buscarán acuerdos con Los gobernadores, que ya está visto han tomado la delantera al gobierno federal para enfrentar la crisis y paliar los efectos negativos a la economía en sus entidades.
Carlos Salazar Lomelín, el presidente del CCE, considerado como principal detractor de López Obrador, por destacar la falta de coordinación en las acciones y las contradicciones en las que cae el gobierno ve una pequeña luz al final del tunel en una alianza de empresarios y mandatarios estatales.
Para él es claro que los gobernadores han superado al presidente López Obrador, porque han actuado con oportunidad –algunos de ellos– adquiriendo deuda para poder apoyar a sus pequeñas y medianas empresas, contrario a la actitud asumida desde Palacio nacional donde se cree que con 25 mil pesos, los pequeños empresarios harán frente a la crisis.
Lo cierto es que urgen acciones coordinadas en todos los ámbitos, desde el municipal, estatal y federal, y los empresarios –de todos tamaños– que son el motor de la economía y los creadores de empleos, no pueden dejarse de lado como ocurre, porque el presidente mantiene un enfrentamiento permanente con ellos.
López Obrador no quiere que lo ayuden, no quiere compartir con nadie ese gran éxito que piensa va a tener en la crisis sanitaria, para la que según él esta muy cerca de terminar. El que los empresarios lo ayuden –como lo han hecho con otros gobiernos– es por el simple interés de mantener la corrupción que le patea el hígado.
¿Cuántas veces hemos escuchado al presidente decir en sus mañaneras que no somos iguales, que ya no es lo mismo, que mi gobierno es diferente, que tengo otros datos? Aunque la realidad nos demuestre que México sigue siendo el mismo país que tomó aquel 1 de diciembre de 2018.
Durante casi 18 meses de gobierno ha basado su retórica mañanera para rechazar lo viejo, lo de antes que es sinónimo de corrupción, de neoliberalismo y es precisamente a los empresarios a los que relaciona con estos conceptos, a la prensa que obedece a oscuros intereses, porque no soporta que le digan sus verdades.
El presidente tiene la obligación de escuchar a los empresarios. Debe entender que el gobierno por si solo no va a salir airoso de la crisis de salud y mucho menos de la económica, pero en su terquedad no entiende que se quedará solo y que él tendrá que pagar los platos rotos al final del día.
Salazar Lomelínaún quiere dar una oportunidad a López Obrador y espera que se de una reunión con el Consejo Coordinador Empresarial para presentarle las “68 Ideas Para México”, porque está seguro que se le malinformó sobre el documento, que no contiene propuestas, ni se piden recursos para salvar empresas.
Son simplemente ideas recogidas por el CCE que pueden coadyuvar en la toma de decisiones para enfrentar lo que viene, y en palabras del líder empresarial que uno de los objetivos es apoyar a los más pobres y desfavorecidos, además de buscar la recuperación lo más rapido posible.
En el remoto caso que se diera esa reunión con López Obrador, será un encuentro esteril en el que no se llegará a nada, como ha sucedido antes, cuando le presentaron un plan para complementar al que él presentó. En parte porque ve su apoyo en el grupo de los 10 –los más ricos de México–, que son los que lo apoyan en la rifa del avión.
Así que para los empresarios solo queda la salida de los gobernadores a quienes conviente que la crisis pegue lo menos posible a sus entidades y dejar de lado al gobierno federal para que enfrente solo la caída en la recaudación fiscal, la crisis petrolera y el desempleo superlativo que dejará la pandemia.