viernes, abril 19, 2024

PERFILES POLÍTICOS: La armadura abollada de AMLO

Francisco J. Siller

El presidente esta enojado. La crítica lo saca de sus casillas, pero él y solo él la provoca. Hace declaraciones que lo ponen en el filo de la navaja con las que intenta opacar al sol con su dedito. Declaraciones muchas veces descabelladas sin que pueda soportarla con datos duros.

“Yo tengo otros datos”, es la respuesta que generalmente da ante información irrefutable de especialistas, entidades nacionales e internacionales o de todos aquellos que considera sus enemigos políticos o trasnochados neoliberalistas a los que odia con odio tabasqueño.

Ahora busca minimizar las más de 30 mil muertes y los 256 mil contagios por el Covid-19, pretendiendo que no puede compararse México con España o con Francia, porque esos países tienen una población menor que la de México.

Y es que nuestro país, o más bien el gobierno lopezobradorista conquistó el deshonroso tercer lugar por muertes del coronavirus en el mundo. Y no se diga del séptimo sitio en la escala global por el número de infectados.

Como siempre el presidente interpreta las cosas a su manera. Él se refiere a la tasa de mortalidad por cada millón de habitantes y entonces si, México se va al lugar 19, y si de tasas hablamos, la de fallecimientos por millar de infectados nos colocan a más del doble de la media mundial.

Eso sin contar que su eminencia, López Gatell se ha visto obligado a reconocer que el número de muertes podría triplicarse. Ahora lo acepta porque la Organización Panamericana de la Salud, junto con el Inegi están revisando actas de defunción y los resultados no podrán ocultarse una vez que se publiquen.

El presidente acusa de “amarillismo ruin” a los medios de comunicación mexicanos que han registrado esas estadísticas que le molestan, pero que no son inventos de conservadores. Son datos duros, oficiales de la Secretaría de Salud, de la OMS y de instituciones de gran prestigio internacional, como la Universidad John Hopkins.

El presidente esta enojado además porque en la redes sociales se ha hecho escarnio de su familia y los medios de información no han dejado pasar la oportunidad de destacarlo. Su esposa Beatriz se ha visto envuelta en la polémica de sus comentarios, ya sea en un avión o en su defensa al esposo honesto y moral, o a su pequeño vástago, por un apodo mal colocado.

Pero él fue el primero en mostrar su ingenio en eso de los apodos: Puchos, fifis o pirrurris, entre muchos otros. A Fox le puso Chachalaca, a Calderón, Comandante Borolas y a Peña, El Copetón. Así que cualquier apodo de regreso, no es más que una simple consecuencia, como los que a él le ponen a partir del Peje, muchos de ellos peyorativos.

En eso la familia presidencial tiene la culpa. Quiere mostrar la imagen que es como una familia cualquiera, como los millones que hay en México, que comen barbacoa y tamalitos, que viajan en avión de línea, que solo tienen una muda de ropa y un par de zapatos desgastados.

Millones de mexicanos, desilusionados con este gobierno que nos tocó, buscan revancha y la encuentran en la redes sociales que ya no son tan benditas para el presidente, como fueron durante su campaña y los primeros meses de su mandato.

La familia presidencial debe ser “invisible”, porque es el hilo más delgado de la hebra. Cualquier critica a ella, es considerada como un ataque a la investidura presidencial, con razón o sin razón. Al presidente le gusta voltear los ojos a la historia pasada y debería ver el comportamiento de la familia de otros presidentes.

Tantas han sido las críticas que al presidente ya se le cansó el ganso y se le debilitó la coraza. Hoy la embestida conservadora en su contra, ya no se le resbala. Ya le hace mella en la armadura que se está abollando y ya no luce, ni esplendorosa, ni inmaculada.

Líneas arriba dije que la culpa de las críticas es solo de él, que se pone un blanco y saca el pecho. Sus declaraciones ya no convencen por el simple hecho de que provienen de él, de sus mañaneras o de su homilía diaria plena de honestidad y moral.

Para ejemplo, un botón: Durante su reciente informe se atrevió a decir que en México ya no hay masacres, y casi como maldición divina, en Celaya se registraba la matanza en un refugio para adolescentes, además de otros enfrentamientos del crimen contra las fuerzas del orden.

Se atreve a decir que ya domó la pandemia y el número de muertes sigue creciente, que la economía ya tocó fondo y pone su esperanza en el T-Mec, pero se niega a dar certidumbre a inversionistas mexicanos y extranjeros, a dar apoyo a las empresas generadoras de empleo, porque ello sería neoliberal. Y eso no es aceptable para su gobierno.

Ya no le sirve su bandera de combate a la corrupción, porque está probado que en eso tampoco ha tenido éxito. Ese es otro asunto que le enoja terriblemente. No saber de donde va a venir el siguiente golpe, porque los que vinieron de la familia Bartlett, o de la secretaria Sandoval, no lo dejan bien parado.

Las compras del gobierno se llevan sin licitaciones, se adjudican contratos sin mayor traba a los amigos del régimen, como en el caso de los ventiladores que León Bartlett vendió al IMSS a precios de emergencia sanitaria.

El presidente no ve, no quiere ver lo que otros ven a su derredor. Entre sus huestes incondicionales ya hay quienes muestran preocupación. No están de acuerdo en la batallas que emprende todos los días contra “los molinos de viento”, en que siga propiciando la polarización social, en lugar de hacer un buen gobierno.

No entiende que su partido, Morena está en riesgo de perder elecciones el año próximo. Él lo llevó a la cima legislativa y de seguir así, él lo descumbrará, porque es evidente que poco a poco ha perdido popularidad y confianza entre los millones que en él creyeron.

La muestra está en los coordinadores parlamentarios  de los diputados y senadores, Mario Delgado y Ricardo Monreal, que la ven difícil si no se ponen las pilas, sobre todo porque saben que no llevarán al presidente en la boleta. Quien sabe qué les depara el futuro en las urnas.

Presidente, recapacite y gobierne como todos lo esperamos, aún es tiempo…

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