Francisco J. Siller
Viene la advertencia: “Si no se respeta el semáforo, habrá rebrote”, dice Hugo López Gatell. Más parece justificación a lo que viene. Por eso estamos, como estamos.
Advertencia que se da cuando tenemos hoy un presidente en campaña, recorriendo los estados donde la pandemia está en su máxima expresión. Que ejemplo a la ciudadanía.
De que valen las palabras, si las acciones dicen todo lo contrario. Los mensajes encontrados del gobierno federal solo provocan desinformación y malas decisiones.
Hoy desde Isla Mujeres el presidente llamó a la disciplina para el regreso a su nueva normalidad. Que la gente solo salga de sus casas para lo indispensable y con ello justifica que para él sus giras son indispensables.
Andrés Manuel es un hombre que no acepta imposiciones, por lo que tampoco él impondrá nada a su pueblo bueno. Si hay rebrotes vamos a cerrar de nuevo dijo, pero que se entienda que cerrar es recomendar porque su gobierno está en contra de las imposiciones.
Y eso lo hemos visto constantemente. Piensa que los empresarios quieren imponerle planes de corrupción neoliberales, que los organismos internacionales pretenden dictarle sus políticas económicas, y entre muchas otras más, que use un tapabocas y como todos que se quede en casa.
Llama la atención que la actitud presidencial se da cuando los contagios acumulados por el coronavirus supera los 90 mil 664 y los fallecimientos rebasan los 9 mil 930, de acuerdo a las cifras oficiales y el pico es creciente.
Hasta ahora los pronósticos le han fallado al gobierno. Con alrededor de tres mil contagios nuevos por día y entre 400 y 500 muertos por la enfermedad.
Llama la atención que durante las conferencias de salud, el único que no usa tapabocas es precisamente López Gatell. Entonces porque López Obrador tiene que usarlo. En tanto el zar del coronavirus insiste que eso no sirve, los gobiernos estatales imponen su uso obligatorio como medida preventiva.
Se habla de seguir las reglas al pié de la letra, para autoridades y población en general, de respetar el famoso semáforo, que por cierto ya ha sido rechazado por 15 gobernadores.
Así que el regreso a la nueva normalidad podría convertirse en el regreso al nuevo caos, en el que todos hagamos lo que nos venga en gana.
Por una parte, el presidente con sus actos públicos, otros protestando porque no están de acuerdo con éste. La gente en la calle, en los comercios sin respetar la sana distancia y así una interminable lista de violaciones.
En los hospitales públicos continuarán rechazando infectados con síntomas leves y seguían enviándolos a su casa para no saturar el endeble sistema de salud que padecemos.
Regresamos a la nueva normalidad cuando México esta a punto de situarse en el séptimo lugar entre los países con más muertes por el coronavirus, superando a Bélgica, aunque en número de contagios estamos en el 16.
Y no sabremos en realidad cual será el impacto final de la pandemia en nuestro país, mientras el gobierno siga minimizando las cifras y negándose a realizar pruebas sexológicas, punto el que ocupamos el último lugar mundial.