Por SARA LOVERA/
En unos cuantos días, la comentocracia ha dicho de todo. Diariamente toda clase de personajes, con un espacio en redes sociales, televisión abierta y televisión de paga, opinan sobre lo que México debe hacer; lo que el presidente de la República debe decir; el tremendo reto que nos plantea el nuevo gobierno del imperio dominante, el jefe de los países que han creado el estado económico y las reglas comerciales en los últimos 20 años.
Parece que este hombre de cabello amarillo, empresario de profesión y con una tendencia a cerrar el comercio internacional, ha puesto de cabeza a todo mundo. No obstante todavía no escucho quién se felicita que terminará Trump con la globalización, esa situación considerada una maldición, como se dijo en 1994, cuando México firmó el Tratado de Libre Comercio. Hoy resulta que esa maldición creó 600 mil empleos en el país; las fronteras abiertas mejoraron las ganancias del empresariado y la migración, por las remesas que envía ha sido una bendición.
No he podido discernir, estos primeros días de anuncios catastróficos. Ayer escuché a Rafael Pérez Gay, nieto de uno de los constituyentes de la ciudad de México en 1921, intelectual, periodista, escritor, que también hace televisión. Bueno lo escuché diciendo que debemos decir como militancia extendida no al muro.
También he leído toda clase de barbaridades. Un individuo que habla de que hay que ver cómo se paga el muro y otro que señala que no hay remedio, que se hará; alguien más analizando sesudamente como el nuevo presidente de los Estados Unidos acabará con ese sistema tan doloroso que fue la globalización económica y un analista en la CNN que explicó que tras los acuerdos globales lo que hubo y hay, es un cambio tecnológico que modificó el modo de producir, cosa que continúa y ha cambiado el modo de trabajar y otras cosas.
Trump cerrará la frontera con un muro, y cerrará el tema del comercio, dicen los que saben. Además su horrible postura frente a las mujeres, su misoginia, abuso verbal contra migrantes y mujeres lo hace un ser despreciable y representante del machismo más tremendo. Las mujeres pusieron el ejemplo con las demostraciones alrededor del mundo, cosa que no es motivo de análisis de los intelectuales, periodistas con vocerías ampliadas y pretendidamente universales, ni lo es tampoco para otras voces. Será, con el tiempo, nadie las parará, estoy segura.
Pero sigo pensando cuál es la desgracia de la llegada de Trump, porque durante el gobierno de Barack Obama fueron deportados dos millones de mexicanos y mexicanas; la construcción de un muro o valla metálica se inició en 1994, en el gobierno de Bill Clinton, bajo el programa de lucha contra la inmigración ilegal conocido como Operación Guardián , en la frontera Tijuana/San Diego, muro que generó indignación y fue un atropello, hay muro en un poco más de mil kilómetros, de los tres mil de frontera entre ambos países.
Bueno leí en el muro de Teresa Inchaústegui, directora del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, algo que me ha llamado poderosamente la atención. Algunas de las cosas que ella dice, y que refiere escribió Humberto Eco, son en las que he pensado los últimos 10 días.
Ella dice: “Leyendo a Eco, me asalta al idea de que nuestras oportunidades en este momento, no solo están en la posibilidad de construir un nuevo modelo económico de desarrollo, sino quizá lo que sea más importante, es que ante la Aldea trumpiana, México se convierta en un centro cultural y científico a nivel global, semillero de la diversidad cultural, fortaleciendo lo que ya ha venido haciendo, pero ahora con mayor conciencia y sentido estratégico: un centro cultural que mezcle, recoja y dialogue con todas las expresiones artísticas y de conocimiento que se están produciendo ahora mismo el mundo, desde las comunidades sociales a los grandes artistas y círculos científicos profesionales. ¡Podemos ser la España humanista y diversa del año mil, con cristianos, árabes y judíos conviviendo y creando juntos!”
Bueno, esta es una enorme reflexión en positivo. Y qué más. Hay efectivamente la oportunidad de vernos por dentro. ¿Quiénes somos? ¿Estamos como país, como población definitivamente marcados por el sueño americano? O bien es tiempo de reflexionar en lo que tenemos.
Me asusta la burla a una campaña sencilla. Poner en alto nuestra bandera; estar unidos. Vi a tres senadores y una senadora discutir en CNN. Me encantó escuchar que están en disposición de ver qué hacemos, qué oportunidades tenemos; cómo dar vuelta a nuestro comercio, qué hacer con nuestras habilidades, cómo proponer que somos una nación, con grandes dificultades y desaciertos, pero con una población viva, capaz de emprender cosas, armar negocios, salir adelante.
Y releo a Tere Inchaústegui, estamos en un momento para construir un nuevo modelo económico. Olvidamos que en el siglo XX fuimos la primera nación en plantear la economía mixta y una constitución de derechos individuales y colectivos.
Porque podremos hacer algo así. Y las mujeres que hemos estado pensando en otro tipo de reglas en esta sociedad, ¿Qué podemos aportar? Para la convivencia social, para crecer, para crear juntas y juntos; cómo sacar la casta, ¿no hemos sido nosotras las abanderadas de la diversidad? ¿No hemos dicho que nos duele la pobreza de la mitad de la población? ¿No hemos sido nosotras las creadoras de la crítica al patriarcado? ¿Y entonces? ¿Por qué tememos a un nuevo patriarca, por qué fijamos nuestra mirada sólo en el poder. Por qué echamos toda la culpa al poder?
Tenemos algo más. A quién llamar a dar cuentas. ¿No vive en México un grupo de empresarios súper ricos? Bueno serán tocados por este cambio, por esta Aldea trumpiana, ¿no deberían aumentar el salario a sus obreros y obreras? ¿No deberían repartir un poco de todo lo que han amasado durante los años felices del TLC? Ya Slim dijo acá podremos crear más empleos y ser competitivos para otras naciones.
¿Dónde están los líderes agrarios? Que empujen la exportación de nuestros productos del campo, que por cierto ha crecido enormemente, sin eso y las remesas, ya estaríamos en la chilla porque no hay precio ni petróleo.
No digo que vayamos por la calle sonriendo, lo que digo es que no estamos en una gran tragedia, sino que está debe abonar a la conciencia, y si, aunque se rían, a la unidad nacional, a la suma y no a la resta, a apuntalar un discurso y acción de nuestros diversos y variados niveles de gobierno, cámaras legislativas, gente política, social, organizaciones sociales o grupos de interés que tendrán que desplegar imaginación, trabajo y algo bien complejo, pero urgentemente necesario, solidaridad para repartir sus ganancias, económicas, políticas y sociales.
En fin. Estas son sólo algunas ensoñaciones. Una nación que ve sólo su sometimiento, esa sí, que no tiene futuro. La mexicana está en pie, con todo y bandera tricolor.
saraloveralopez@gmail.com http://www.semmexico.com/nota.php?idnota=621