Sara Lovera*
SemMéxico, Ciudad de México, 14 de febrero del 2023.- Este martes, mientras usted disfruta la edición de El Sol de México, las trabajadoras de la Secretaría de la Mujer de la Ciudad de México ya alzaron la voz y protestaron por nuevos atropellos a sus derechos laborales y de salud, castigadas hace años por una vieja pretensión de formar un sindicato independiente.
Apenas en diciembre, las autoridades capitalinas recibieron una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México por la denuncia fundada de acoso y hostigamiento laboral y sexual en el Metro, investigación que concluyó con la convicción de que eso sucede en toda la administración capitalina.
Hace una semana, un estudio global del Instituto Nacional de las Mujeres mostró como crecen y crecen las denuncias por violencia sexual y laboral en las oficinas de toda la Administración Pública Federal (APF), cuyo número al alza encabezan el IMSS, el ISSSTE, la Secretaría de Marina y la Defensa Nacional. Vislumbra que esos delitos van en aumento.
¿Qué nos dice esto? Que, efectivamente, los discursos misóginos repetidos en el Palacio Nacional, la resistencia patriarcal del funcionariado y la disminución presupuestal a la política de género tienen efectos nefastos en la vida laboral. El estudio deja en claro que no existen mecanismos de prevención, atención, investigación y, en su caso, sanción para la violencia contra las mujeres en la burocracia (también en el país). Lo peor es que existen casos documentados de represión, porque quien denuncia a sus superiores no solo no es atendida, sino que corre el riesgo de nuevas agresiones o el despido laboral.
Ya no hay duda. El desprecio a la mitad de la población del gobierno y dentro del gobierno -que se materializa sin ton ni son en sus ambientes laborales- confirma que hay simulación y que, en efecto, hay abandono de una política que con claroscuros ofrecía avances para las mexicanas. Ahora ha sido totalmente derribada.
Es una muestra de que hay falsedad discursiva, porque no funcionan los comités de ética ni los órganos internos de control en 82 instituciones de la APF y en muchas entidades, ahora 20 gobernadas por la 4t.
A ello se suman los sucesos contra todas las mujeres carentes de escucha, mientras que las representantes de la oficialidad andan por el mundo diciendo que tenemos una política feminista. Lo mismo en los congresos, con mayoría morenista, menudean iniciativas, muchas irrelevantes, y solo con aspiraciones punitivas, frecuentemente tratando de borrar a las mujeres, y dizque tratan de evitar, al perfeccionar, la tarea para eliminar la violencia contra las mujeres. Solo palabras.
Mientras crece la impunidad -donde quedan las denuncias desesperadas- la recomendación al gobierno capitalino y las denuncias cotidianas dejan al descubierto que no existe ninguna política visible y efectiva contra la violencia hacia las mujeres, a más de cuatro años de gobierno.
Lo de la Ciudad de México es lamentable. Las trabajadoras de la nómina 8 que están asignadas en Las Lunas (centros de apoyo a las mujeres) colocan a este gobierno en la mira, porque día a día se presume mejoras inexistentes. Ellas fueron informadas la semana pasada que su horario laboral se extendió, a pesar de un decreto de 2016. Así todas las promesas y todavía no acceden a los servicios médicos, especialmente por el padecimiento de los cánceres femeninos. ¿Dónde quedó la propagada de no dejar a nadie atrás? ¿Cero impunidades? Y eso repite el discurso presidencial de que nunca como ahora hay tantos apoyos. Veremos…
*Periodista, directora del portal informativo: SemMéxico