Sara Lovera
SemMéxico, 19 enero 2018.- El final de 2017, los anuncios de las llamadas precampañas -alguna tiene más de una década-, los resúmenes de la
condición femenina, el recuento de daños y los anuncios catastróficos de nuestra realidad me impidieron pensar, hilar, reflexionar, suponer, opinar, sentir, tenía gran necesidad de olvidarme de todo.
Hice como siete reuniones sociales en cinco semanas; fui de compras y guisé montones de kilos de machaca, marlín y bacalao. El tema era huir. No tomar conciencia de encubrimientos y falacias. Pero ya es imposible. Hay que hablar y decir.
Dos asuntos me aterran: de la intentona recurrente de los gobiernos estatales para disminuir la trascendencia de la violencia contra las mujeres; a lo que se suma ahora, la tentativa por convencernos de que el acoso, identificado y descrito por miles de miles de jóvenes feministas que plantean recuperar el no quiero, ante el hecho de que continúa y se extiende el abuso; frente a ello, hay quién dice que se trata del nacimiento de un nuevo puritanismo, porque nos horroriza el sexo y el placer. Hay que vivir como yo, casi 70 años, para escuchar semejante estupidez. Y que un piropo es parte del juego del sexo y el placer.
Bueno. Pero hay cosas más y más preocupantes a la hora de amanecer en 2018, el centenario del nacimiento de mi querida madre, que me dejó hace cuatro años. Peligroso, muy peligroso adelgazar el discurso y la indignación de las jóvenes por el abuso. Supongo que decir que el embarazo infantil está ligado a la violación, es probablemente para algunas feministas a quienes se les endureció el cerebro, una barbaridad, algo conservador, si las niñas saben matemáticas, seguramente consintieron en el abuso.
Se dan así armas a quienes intentan, buscan y esperan justificar el acoso en la vida cotidiana de millones de trabajadoras; me aterra dar argumentos al
funcionariado de todas partes, que no cumple con la ley, porque hay que bajarle la temperatura al problema. Y lo peor, se usan los grandes medios para apoya semejante posibilidad. Mientras esos grandes medios no ayudaron nunca a explicar el fenómeno, ni cómo actúa el ejercicio de poder, ni cómo se hacen y enredan en telarañas de ignominia e ignorancia, el abuso, el maltrato, la impunidad y la violación a la ley se justifica.
Pondré un ejemplo de esta gravísima situación. Hace tres días fue nombrada la que será la tercera secretaria de la mujer en Oaxaca. Se llama Ana María
Vásquez Colmenares, su especialidad es diseñar imagen. Estudió medios de comunicación, política y marketing. Imagen y moda. Ha destacado por “asesorar figuras de la política”, consultora de campañas de comunicación y asuntos públicos; trabaja con clientela nacional e internacional.
Ana María Vásquez Colmenares no tiene un ápice de interés o experiencia en los derechos humanos de las mujeres, ni en los asuntos de su condición social, vaya ni un curso metodológico y neoliberal de género. Nada. Lo que si tiene es pedigrí, su abuelo y su padre fueron gobernadores de Oaxaca. Nada de todo ello la descalifica. No, ni es trascendente. He conocido mujeres sin experiencia en el conocimiento o activismo feminista, que aprendieron y se comprometieron rápidamente.
Lo que sucede es que, en Oaxaca, la juventud del gobernador, las dificultades culturales y la realidad de la violencia sexual, política y social contra las mujeres es un asunto muy antiguo, muy poco resuelto y de grandes pendientes. Eso me hace mal pensar, se diría. ¿No será que la tarea de esta chamaca es variar la imagen de tantos problemas como viven las oaxaqueñas? ¿Cómo enviar una imagen agradable de las indígenas, de los pueblos donde los usos y costumbres impiden a las mujeres ser presidentas municipales? ¿Cómo poner una cara pública limpia y agradable, mientras se viola, asesina, persigue y desaparece a las mujeres?
Me duele pensar así. Pero la joven Vásquez Colmenares ha sido llamada para algo así, de otro modo con el impresionante CV y sus idiomas, qué le ofrece
Secretaría de la Mujer, con poco presupuesto, con un lugar difícil en la discusión del gabinete, llena de trámites burocráticos para bajar recursos federales. No entiendo.
Hay más todavía. En 2018 sabremos de otras muchas de estas acciones. En gobiernos de todos los signos, ya que entrarán en la disputa del poder. Se llaman las elecciones más grandes de toda la historia. Elecciones con candidaturas paritarias. Mujeres al frente, muchas de ellas admiradoras de los iconos feministas. Será que menudeará la idea de que ha sido vencido el patriarcado y los hombres sufren. Ese es el otro argumento y desarrollo intelectual de Marta Lamas, a quien se identifica en muchos sitios como el feminismo en México.
Y es así porque en lugar de estar en las márgenes, operó una muy reconocible estrategia de estar en los medios de gran alcance. Cosa abandonada por otros feminismos, que no consiguieron llegar a esos grandes medios, que tiraron a la basura la estrategia para hacerlo o que simplemente no les ha importado. Grave, porque en el relato de Maru http://semmexico.com/nota.php?idnota=3779 del excelente reportaje de Ana Alicia Osorio, corresponsal en Veracruz, el hilo conductor en 2018, es que ella nunca reconoció la violencia vivida día con día, ni sabía que tenía derechos. O sea, el fracaso absoluto del llamado periodismo de género ubicado en las márgenes, en los espacios especiales y no en la pantalla, en el micrófono, en todos y por todos los medios.
¿Cuántas mujeres no tienen información? Ese es el gran reto. Cómo enfrentar la estrategia de muchos gobiernos por poner bajo el colchón la estadística de la violencia; ¿cómo difundir el sentido y el reclamo de millones de mujeres por acoso? Cómo entrarle a ese asunto, que no estaría en ningún lado si no fuera por las estrellas de Hollywood y el movimiento #MeToo. Si esas voces no hubieran tomado los grandes medios, el acoso seguiría siendo oculto y ante su evidencia, parece un despropósito hablar de mojigatería o nuevos signos de conservadurismo, cuando es un problema de salud pública el embarazo en adolescentes, el aborto, la trata de niñas, la desaparición forzada, todo ligado al ejercicio del poder y al llamado “deseo de los hombres”, esos que “levantan” a las jóvenes en las calles de Culiacán. Ellas debían admitir que ¿eso es un juego erótico?
Bueno, el 2018 me ha despertado de golpe con todos estos despropósitos, en medio del ocultamiento y la desmesura. Me entero también, y me van a llamar puritana, pero es verdad que quieren abrir ilegalmente un antro en Campos Elíseos 269, y que la delegada Xóchitl Gálvez no resuelve sobre evidencias de que se hace una construcción violando la ley, los reglamentos y se obvia la demanda vecinal, se olvidan las buenas maneras. Todo, que es el fondo, pero además un antro, claro soy absolutamente puritana, y me aterra la libertad sexual, que tan bien he ejercido en mi vida pública y privada.