Pablo Cabañas Díaz
El cine llamado de ficheras representó para la mayoría de los críticos lo peor de la industria fílmica mexicana, como señaló en su momento crítico de cine Tomás Pérez Turrent (1935-2006). Pero hoy, es una interesante fuente de análisis, sobre todo en lo relativo a la moral y a la sexualidad del mexicano de los años ochenta del pasado siglo XX. Según Guillermo Calderón (1919-2018), productor de gran parte de esta serie de películas, el cine de ficheras buscaba: “Llevar a la pantalla a figuras de primera línea y los mejores comediantes de México”. El término fichera, según Turrent, “fue aplicado a las prostitutas que frecuentaban los cabarés de segunda y tercera categoría para bailar con los clientes; cuando una bebida era servida a ellas o a sus clientes, valía una ficha canjeable por dinero”. El oficio de fichera es asociado a la prostitución; pero el cine mexicano lo manejó con ambigüedad. En la película “Bellas de Noche” dirigida por Miguel M. Delgado y producida por Guillermo Calderón, podemos encontrar que el oficio de las ficheras estaba ligado al sufrimiento y la tragedia. En esta película aparece Sasha Montenegro, quien llegaría a ser la viuda del presidente José López Portillo.
La Ciudad de México era el lugar del vicio y disipación, era de la tierra fértil para el teatro de carpa y variedad, y otros espectáculos donde era común ver mujeres ligeras de ropa. Todo esto confluyó para que Víctor Manuel El Güero Castro, (1924-2011), inicie las películas más taquilleras del cine mexicano. Con Bellas de Noche (1974), que en un principio se titularía Las Ficheras, pero modificó su título por razones de censura hizo su aparición este género cinematográfico. El público, quizás por morbo como dijo el actor Rafael Inclán o por otras razones, corrió a los cines para disfrutar de este espectáculo. A pesar de ser tan maltratado por la crítica, El Güero Castro logró contar con los ingredientes necesarios para llegar al gusto del público nacional de la época. El cine de ficheras fue muy apreciado por las clases populares y contaba con una serie de características cuyo resultado sería una fórmula exitosa: agrupaciones musicales famosas como la Sonora Santanera, mujeres con cuerpos bien formados y sin inhibiciones al desnudo, lenguaje vulgar y sin censura, situaciones chuscas y una buena dosis de melodrama, el favorito del pueblo, como dijo alguna vez Carlos Monsiváis.
Vivió a lo largo de 15 años gracias al reciclaje de temas, escenarios, diálogos, música, personajes y actores. La trama era sencilla: una serie de hombres taimados buscan conquistar a las mujeres más sexys, esquivan a sus enemigos, lucen su virilidad, alburean, y le rompen la madre a sus contrincantes. Todas las proezas a las que un macho mexicano puede aspirar. En el cine de ficheras hay dos prototipos de hombre los representados en las figuras de los galanes Jorge Rivero y Andrés García y las del mexicano promedio: gracioso, dicharachero, cuyo carisma y aires de gran macho les atrae el éxito con las mujeres representados por Alfonso Zayas, Roberto “Flaco” Guzman, Luis De Alba, Rafael Inclán, Alberto Rojas “El Caballo”, Pedro Webber ‘Chatanuga” entre otros muchos. Toda escena del cine de ficheras nació y murió en un albur. Los títulos de las sexicomedias reflejaban especialmente este elemento básico: Las cariñosas (1979), El sexo me da risa (1979), Sexo, sudor y lágrimas (1987), La torta caliente (1989) y un largo etcétera.