Por Pablo Cabañas Díaz
Jesús Antonio Sam López, un hombre que se autodefinía como “duro”, dejó una huella imborrable en la historia policial de México. Durante su extensa carrera, que abarcó más de cuatro décadas, se enfrentó a la guerrilla en los años 70, dirigió la Policía Judicial y ocupó diversos cargos en el sistema judicial mexicano. Su trayectoria estuvo marcada por su papel como director del penal de las Islas Marías, procurador de Justicia de Nayarit y Colima, y su labor en la lucha contra el narcotráfico.
A pesar de las múltiples denuncias y críticas hacia su gestión, especialmente por su trato hacia luchadores sociales y las movilizaciones que exigían su destitución, Sam López contaba con el respaldo de empresarios y gobernadores gracias a su efectividad en el combate al crimen, destacando su lucha contra los secuestros. Frente a las acusaciones, solía afirmar: “Yo vivo de mi mala fama”, y defendía su integridad asegurando que nunca podrían acusarlo de ladrón, flojo o desleal.
En 1996, durante una comparecencia ante el Congreso de Colima, reconoció el “trabajo sucio” realizado por la policía en la época de la guerrilla, revelando así la complicada realidad del contexto en el que operaba. A pesar de las controversias, Sam López mantenía que su conciencia estaba tranquila y que había actuado dentro de los límites legales para garantizar la paz y estabilidad del país.
En una entrevista concedida en julio de 2003 al periodista Pedro Zamora Briseño, Jesús Antonio Sam López ofreció una visión introspectiva sobre su vida y carrera, revelando las complejidades de su carácter y las experiencias que lo moldearon. Al ser cuestionado sobre su legado, Sam López respondió: “No me corresponde a mí juzgar mi legado. Sería arrogante de mi parte decir si fue bueno o malo. Cada quien tiene su punto de vista. Lo que sí puedo decir es que siempre actué conforme a mi conciencia y a lo que creí que era mi deber.”
Respecto a las críticas sobre su mano dura y las denuncias de violaciones a los derechos humanos, afirmó: “Siempre he dicho que yo vivo de mi mala fama. La gente puede hablar lo que quiera, pero de tres cosas nunca podrán acusarme: de ladrón, flojo o desleal. Lo demás, que lo prueben. En cuanto a las acusaciones, mi conciencia está tranquila. Nunca ordené la desaparición de nadie.”
Sobre el “trabajo sucio” de la policía durante la guerrilla, declaró: “La policía tuvo que lidiar con situaciones muy difíciles y, en ocasiones, se hicieron cosas que no eran agradables. Pero, en ese contexto, creíamos que era necesario para mantener la paz. Nos apoyaron las Fuerzas Armadas, pero el peso del trabajo recayó en nosotros.”
Finalmente, al enfrentar sus problemas de salud, Sam López expresó: “Ya estoy muy viejo, y este último año ha sido muy difícil para mí, con varias operaciones, incluyendo tres del corazón. No le temo a la muerte; la espero como creo que la esperamos todos. Estoy en paz con Dios y con mi conciencia. Eso es lo que realmente importa.”
