Pablo Cabañas Díaz
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, expresó que su administración planea invertir 50 mil millones de pesos (unos 2 mil 630 millones de dólares) para modernizar las seis refinerías de Pemex como parte de un plan para disminuir la importación de combustible. El costo estimado para construir una nueva refinería, que estaría lista en tres años, es de 160 mil millones de pesos (8,400 millones de dólares). Esta declaración fue criticada en un reporte de la firma Black Rock uno de los fondos financieros más importantes del mundo.
Según Black Rock “a la elevada deuda de la petrolera, de 103 mil millones de dólares al cierre de 2017, se sumaría además “la carga de ayudar a los objetivos políticos y sociales del gobierno” mediante la construcción y modernización de refinerías para fines de seguridad nacional y también para contener los aumentos a los precios de la gasolina. Black Rock es uno de los grupos financieros más influyentes en Nueva York y Washington. Según la presentación confidencial que apareció esta semana a partir de la carga que implicaría a Pemex ayudar al nuevo gobierno a cumplir sus objetivos, “el mercado estaría asumiendo lo peor”. En un apartado titulado ¿Qué esperar del gobierno de AMLO?. Cuestiones clave a seguir, el reporte apunta a la agenda de reformas estructurales, especialmente los derivados de la reforma energética. La insistencia de ver como un riesgo la posible construcción de nuevas refinerías lo que lleva a calificar de “sorpresas” sobre cuestiones clave, como por ejemplo convocar a un referéndum sobre la reversión de la reforma energética”, lo que según esta importante firma bursátil “provocaría un aumento en las primas de riesgo”.
Estamos en un escenario de fuertes presiones. La reforma energética de 2014 fue un cambio profundo en el modo de conducir el sector eléctrico y de hidrocarburos en México. Fue también un cambio relevante en el régimen jurídico de Pemex, transformándola de paraestatal a “Empresa Productiva de Estado” figura que, al otorgarle la propiedad y no solo la administración al Estado, a través de la modificación de los artículos 25, 27 y 28 de Constitución Política, la dotó de completa autonomía a través facultándola para asociarse con otras petroleras. El objetivo de la reforma fue financiero al establecer que la meta de Pemex seria la maximización de sus utilidades. Con los ajustes jurídicos, las reservas petroleras se monetizaron convirtiéndose en un plan de negocios por el sector publico y privado. En la Ley de Hidrocarburos quedó establecida la primacía de la extracción de petróleo y gas, por sobre cualquier otra actividad de la superficie o del subsuelo mexicano, inclusive de la refinación como ahora se pretende hacer en el próximo sexenio.
En la Ley de Hidrocarburos se omitió un estudio realizado por el prestigiado Instituto Oxford para Estudios de la Energía en el que se afirmaba que las metas planteadas por el gobierno mexicano en la Reforma Energética eran “irreales” e “inalcanzables” – El documento “Esperando la Ola Mexicana, Retos para las reformas energéticas y el incremento de la producción petrolera” expone– que la Reforma Energética no tendría ningún impacto material antes de la próxima década, debido a que retos financieros, políticos y de infraestructura limitarían la inversión extranjera . a idea de nuevas refinerías no es nueva. El gobierno panista de Calderón planteó la construcción de la Refinería Bicentenario en Tula, hasta que fue cancelada en 2014 por el gobierno priista. Si bien la Secretaría de Energía (Sener) reconoció en sus perspectivas energéticas que se necesitaba una capacidad adicional de refinación por 275 mil barriles de combustibles en el corto y mediano plazo, se enfocó en la reconfiguración y modernización de las actuales.
La última refinería que se construyó fue en Salina Cruz en 1977, dos años antes de que arrancara la explotación de Cantarell y toda la sonda del Golfo. Desde entonces, no se pensó en la reconfiguración de refinerías comenzó hasta 1998, cuando la empresa comenzó a obtener más petróleo crudo pesado, mientras que su infraestructura estaba diseñada para petróleo ligero. Esta situación ha puesto de cabeza el Sistema Nacional de Refinación, además de los paros no programados tras fenómenos naturales como el huracán Harvey y los sismos de septiembre de 2017. Pemex está en una situación complicada y apremiante, con una producción que va a la baja, con reservas petroleras a la mitad de hace seis años, y con prospectos que no son prometedores. Este es el contexto, en el que se va a seguir debatiendo la posibildad de construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco, y la reconfiguración de las seis existentes.