Pablo Cabañas Díaz
Ruy Mauro Marini (1932- 1997), fue profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Marini siempre mostró honestidad y rigurosidad en el análisis teórico de los fenómenos sociales. Es imborrable la huella que dejó en México en poco más de 20 años de su exilio. Su vida condensa uno de los periodos más intensos de la historia política latinoamericana, con experiencias como la revolución cubana, la emergencia y maduración de la izquierda revolucionaria, el golpe militar en Brasil, el ascenso democrático y la masacre de Tlatelolco, el auge de masas y la experiencia del gobierno de Salvador Allende, el fortalecimiento del MIR. Marini vivió el golpe militar encabezado por Augusto Pinochet, y la aguda represión que se desató en la región en las décadas de los años setenta y ochenta, siendo privilegiado partícipe en muchos de estos procesos.
En 1964, con el golpe militar, Marini es despedido y encarcelado dos veces, torturado. Tras obtener su libertad, se exilia en México, donde se vincula al Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México. En 1969, a causa de su apoyo al movimiento estudiantil mexicano, es forzado a abandonar el país y se traslada a Chile, donde se convierte en dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y trabaja en el Centro de Estudios Socioeconómicos (Ceso) de Santiago. El golpe de 1973 hace concluir su experiencia chilena y después de un paréntesis entre Panamá y Alemania regresa a México, estableciéndose en la Facultad de Ciencias Políticas, donde produce la mayor parte de su obra .
En Ciencias Políticas, fue profesor de la asignatura: “Historia Mundial Económica y Social”, en la que siempre mostró un alto y profundo nivel académico y erudición. Sorprendía, su profundo conocimiento de la historia latinoamericana. En la Facultad de Economía de la UNAM, fue cofundador, profesor e investigador de la División de Estudios de Posgrado y llegó a ser Profesor Titular de Tiempo Completo con la más alta categoría y nivel. Como profesor, nunca imponía sus puntos de vista; era respetuoso y sensible a lo que otros pensaban, por eso gustaba de escuchar y, luego, exponer su pensamiento y, por supuesto, defenderlo con sólidos argumentos e ideas claras que generalmente eran convincentes y propositivas.