Pablo Cabañas Díaz
Emilia Ortiz Pérez (1917-2012) fue una gran pintora, además de ser de las pocas mujeres caricaturistas de México. Creó una colección de más de cuatro mil piezas y objetos, en la que destacan sus pinturas, dibujos, caricaturas, bocetos, recetarios, diarios y archivo fotográfico, los cuales poseen grandes valores y cualidades plásticas, artísticas, estilísticas y temáticas, que son testigo de los cambios históricos transcurridos en México y el mundo desde el año 1933 al 2012.
Debemos a la investigadora Elisa Barragán el haber realizado un profundo estudio de la obra de Emilia Ortiz en su obra titulada: Emilia Ortiz, vida y obra de una pintora apasionada. En el 2001, Juan Lamas escribió un ensayo crítico titulado Emilia Ortiz sobre la influencia de la obra de Emilia en los posteriores artistas nayaritas; se enfoca en cómo la pintora introdujo el arte moderno a su Estado. Cuatro años después, en el 2005, César Delgado Martínez narra la biografía en vida de la autora, donde incluye entrevistas y pláticas con la pintora en su obra Emilia Ortiz, genio y figura.
Su trayectoria artística comenzó en 1933, a la edad de 16 años cuando publicó en el diario El Nacional cinco de sus caricaturas que representaban a políticos y empresarios nayaritas. El artículo se tituló: La nota alegre a través de la sutil ironía de mujercita inteligente y bella. Su padre, al ver la habilidad de su hija la inscribió en clases de pintura en la ciudad de Tepic, y más tarde la pintora viajó a la ciudad de Guadalajara y tomó clases con José Vizcarra, quien la convenció de hacer retratos.
En 1939, Emilia y su hermana Estela viajaron a la Ciudad de México para continuar sus estudios en la Academia de San Carlos con los maestros Manuel Rodríguez Lozano y Luis Ortiz Monasterio, grandes artistas del siglo XX. Después de la Academia y de haber formado una gran amistad con Rodríguez Lozano, la carrera de Emilia fue en ascenso; expuso en varios salones y museos importantes de la Ciudad de México, como en el Palacio de Bellas Artes y en la Casa del Arquitecto. El hecho de ser mujer, de provenir de una familia conservadora de finales del siglo XIX y de haber crecido en una sociedad patriarcal, la aisló del medio artístico y provocó su desdeño. Aun así, se convirtió en difusora y promotora del arte nayarita y su pintura destacó al ser valorada por críticos, historiadores, periodistas y artistas mexicanos de su época y actuales, quienes escribieron libros sobre su vida y obra.