Pablo Cabañas Díaz.
Elena Urrutia (1932-2015) cuyo nombre era María Elena Lazo de Mendizábal, fue una de las fundadoras del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM) en El Colegio de México. Iniciado en 1983, fue un programa académico pionero en México y Elena Urrutia lo coordinó durante trece años.
A los 18 años, entró a la Universidad Iberoamericana para estudiar Psicología y a la par empezó a trabajar para independizarse de sus padres. Elena se casó a los 22 años con Oscar Urrutia, la joven pareja viajó a Bélgica para completar sus estudios universitarios: Elena tomó clases en la Facultad de Lengua y Literatura francesas de la Universidad Libre de Bruselas mientras que su marido acudía a una escuela de Urbanismo. A su regreso a México, después de un periodo intenso dedicado a la maternidad ya que la pareja tuvo cuatro hijos en cinco años, Elena Urrutia regresó a la vida laboral, invitada por Ramón Xirau para colaborar en Radio Universidad.
En los años setenta, Elena se consolidó como periodista especializada en temas de las mujeres; participó en la fundación del diario Uno más Uno así como de La Jornada y, sobre todo, de la revista Fem. Esta última publicación, cuyo objetivo era teorizar la opresión femenina con artículos tanto académicos como de difusión, vio la luz en 1976, y el trabajo implicó una estrecha colaboración con mujeres feministas como Alaíde Foppa, Elena Poniatowska, Marta Lamas, entre muchas otras. En Fem, Elena conoció a Lourdes Arizpe y a Flora Botton que, en aquel entonces, tenían posiciones muy firmes en El Colegio de México, donde habían desarrollado sus investigaciones sobre la condición de la mujer. Gracias a ellas, y con el apoyo de Víctor Urquidi, entonces presidente de El Colegio, nació el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer.
Con una aportación económica sustantiva, la Fundación Ford también participó ampliamente de esta creación institucional. Elena Urrutia se hizo acreedora de muchas distinciones. Feministas mexicanas y extranjeras podemos recordar su fuerza de trabajo, su compromiso innegable, su lucha incansable por consolidar un espacio académico donde investigadoras e investigadores pudieran estudiar los efectos del género, los productos de la dominación y del patriarcado, así como la capacidad transformativa de los estudios feministas.