Pablo Cabañas Díaz.
En nuestro país, el humanismo tiene raíces profundas desde las cuales visibilizar sus tradiciones e historia, es decir, los fundamentos para dilucidar principios, valores y propuestas. Fue en 1735, con la lectura en la capital de Nueva España de una carta en latín escrita por el humanista peninsular y Deán de Alicante Manuel Martí, lo que desencadenó una amplia polémica. La obra de mayor relevancia en la que se rebatían las injuriosas afirmaciones del Deán de Alicante fue la Bibliotheca Mexicana, de Juan José de Eguiara y Eguren. La gran novedad que aportó fue que en sus páginas se establecía una nueva frontera social dentro de la población de la corona española: los “mexicanos” entendidos como aquellos que habían nacido o pasado un largo tiempo en territorio novohispano.
El objetivo de la carta era disuadir al destinatario –Antonio Carrillo– de su idea de ir a estudiar a América, recomendándole que fuera a Roma, lugar en donde él mismo había recibido gran parte de su formación académica y religiosa, puesto que México– no tenía maestros ni universidades que pudiesen considerarse como tales ni mucho menos bibliotecas. La carta tuvo un efecto insospechado en la Ciudad de México, comenzando el debate alrededor de 1745, fecha para la cual el deán alicantino ya había muerto –muere en 1737, dos años después de publicado su polémica obra–. Una de tantas réplicas fue la de Juan José de Eguiara y Eguren, quien respondió al texto de Martí con su Bibliotheca Mexicana.
En México, la Bibliotheca Mexicana fue la primera bibliografía nacional que intentó dar a conocer la producción científica y literaria mexicanas, desde la época prehispánica hasta la fecha de la publicación (1755). En esta obra, el obispo de Yucatán, Juan José de Eguiara y Eguren (1696–1763), investigó y reunió datos de todos sus connacionales que hubiesen contribuido al proceso de formación de una nueva cultura, la mexicana, ya sea mediante las ciencias o las letras, es decir, tareas literarias de cualquier índole o materia, llegando a reconstruir la obra y el nombre de más de dos mil escritores.
En la Bibliotheca Mexicana, Eguiara incluyó no sólo las obras ya publicadas, sino también las inéditas o manuscritas de cuantos autores nacidos en la Nueva España o residentes en ella tuvo noticia. Para cada una de las entradas es posible localizar tanto notas biográficas de los autores como apuntes de su obra intelectual. En la bibliografía, lo mismo aparecen virreyes como Antonio de Mendoza, que poetisas como Sor Juana Inés de la Cruz, o religiosos como fray Bartolomé de las Casas. Para cada artículo el autor señala las fuentes de sus noticias, lo que sin duda fue de enorme ayuda en las posteriores bibliografías que se elaboraron en el país y para las cuales la obra de Eguiara sirvió como punto de partida: Biblioteca hispanoamericana septentrional, preparada por José Mariano Beristáin y Souza entre 1816 y 1821, la Bibliografía mexicana del siglo XVI de Joaquín García Icazbalceta publicada en 1886 y La imprenta en México: 1539-1821 de José Toribio Medina escrita en 1911.
La Bibliotheca mexicana, dado su carácter parcialmente inédita parecía destinada a revertirse, cuando, tras largos años de trabajo, esa obra vio la luz entre 1986 y 1989. La edición fue publicada por la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, bajo la responsabilidad de Ernesto de la Torre Villar, con la colaboración de Ramiro Navarro de Anda y de Benjamín Fernández Valenzuela, quienes realizaron el prólogo y la versión española. Esta edición comprende facsímiles del impreso y de un manuscrito, la traducción de la versión impresa e incluso un tomo V al que titula el editor “Monumenta eguiarense” (aunque el colofón reza “Testimonia eguiarense”), en el que se contiene información de gran relevancia acerca del autor, su producción literaria, su biblioteca y su relación con el contexto cultural de la Nueva España. Como sucedió con la primera edición, la nueva publicación constituye un esfuerzo extraordinario a la medida de las dimensiones de esta obra. Finalmente se logró el propósito de acercar a Eguiara como bibliógrafo a la comunidad académica, volviendo accesibles en una edición moderna algunas partes de la obra y sobre todo poder hacerla compresible a una lengua accecible a un mayor número de lectores.