Pablo Cabañas Díaz.
En el Porfiriato existió un grupo de funcionarios públicos que es recordado de manera recurrente por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se trata de los llamados “científicos” que en su época fueron vilipendiados y lograron establecer una mala fama pública que llega hasta nuestros días.
Los científicos, eran lidereados por José Yves Limantour y por Justo Sierra, quienes legitimaron la permanencia de Porfirio Díaz en el poder, en lo que Daniel Cosío Villegas, calificó, con agudeza, como el necesariato.
El régimen devino en dictadura y Díaz concentró en sus manos los hilos de la política nacional y obtuvo el apoyo y la adulación de los más importantes intelectuales de la época que se volvieron sus pilares ideológicos. Uno de los más lúcidos y mordaces, Francisco Bulnes, para justificar las reelecciones periódicas de Díaz, llegó a escribir: “El buen dictador es un animal tan raro que la Nación que posee uno debe prolongarle no solo el poder sino la vida”.
Los científicos eran conocidos como “vampiros”, “usureros”, “vende patrias”, “traidores”. Esta leyenda negra se forjó incluso durante el Porfiriato.
A partir de los años ochenta del siglo pasado, se buscó modificar en cierta medida la leyenda negra que había en torno a estos personajes. El surgimiento de políticas neoliberales durante esos años auspició un interés por retomar el estudio de esa élite.
Los científicos fueron lo que hoy llamaríamos una red lo que facilitó el acceso de estos personajes a posiciones estratégicas en el sector público y privado. Debido al conocimiento que habían adquirido en el extranjero les permitió construir los engranajes del marco legal de las nuevas actividades económicas que eran necesarias para fomentar la inversión extranjera. son los abuelos de los tecnócratas quienes decidían al que los científicos los aspectos más trascendentes de la vida política y económica de México.