Por Pablo Cabañas Díaz
Óscar Zeta Acosta, un nombre que resuena con fuerza en el ámbito de la literatura chicana y el activismo, no solo es recordado por su voz poderosa y su lucha incansable por los derechos civiles, sino también por el misterio que aún rodea su desaparición. Este enigma, que permanece sin resolver desde 1974, ha generado un sinfín de teorías y especulaciones, añadiendo una capa de intriga a su ya fascinante legado.
En 1974, Acosta desapareció en México, un país que conocía bien y con el que compartía profundos lazos culturales. Su último contacto fue una llamada telefónica a su hijo desde Mazatlán, mencionando un viaje inminente hacia una “isla”. A partir de ese momento, no se volvió a saber nada de él, convirtiendo su desaparición en un misterio que ha perdurado en el tiempo.
Otra teoría plantea la posibilidad de un accidente, considerando los riesgos de viajar en ciertas áreas de México durante esa época. Sin embargo, la ausencia de evidencias concretas ha dejado estas teorías en el ámbito de la especulación y el debate.
La desaparición de Acosta no solo impactó a su familia y amigos, sino que también dejó un vacío en la comunidad chicana y literaria. Había sido una figura central en la lucha por los derechos civiles, y su ausencia resuena aún hoy. A pesar de este trágico desenlace, su legado sigue vivo a través de su obra literaria y su influencia en el activismo chicano.
Para quienes deseen profundizar en este episodio, se pueden seguir varios pasos:
Aunque su desaparición sigue siendo un misterio, la vida y obra de Óscar Zeta Acosta continúan inspirando a generaciones a cuestionar la autoridad y luchar por la justicia. ¿Te gustaría explorar más sobre el impacto de su legado en el activismo actual?