Pablo Cabañas Díaz
Enrique Ochoa Reza no comenzó su gestión con los mejores augurios, pero sus errores e imprudencias han llegado al límite, en la inestable campaña de José Antonio Meade Kuribreña. La ruptura con el Partido Verde Ecologista de México en Chiapas es uno de sus últimos resbalones , además de verse involucrado en múltiples escándalos de corrupción; baste señalar, el origen dudoso de su cuantiosa fortuna. Ochoa Reza carga con un costal de saldos negativos, las renuncias de militantes no frenan y su prepotencia deja día a día agravios.
El tercer lugar de Meade en la encuestas, se lo debe de apuntar el equipo que impuso su candidatura a Enrique Peña Nieto. No resultaron hábiles ni tan expertos como se pensó que eran. Eso no lo sabía el Presidente pero mucho menos José Antonio Meade. Pero se les dejó en sus manos el futuro del peñismo . El PRI tiene choques internos, sobre todo por la formación de su próximo grupo en el Senado y la Cámara de Diputados , las batallas internas apenas inician y una vez que aparezcan las “listas” los priistas van a generar más desavenencias internas. La última ruptura y vendrán más es la de Gerardo Sosa Castelán, presidente del patronato de la Universidad Autónoma de Hidalgo quien renunció al PRI luego de manifestar, a través de una carta, que el organismo en el que estuvo más de 31 años “se convirtió en un partido de auto celebraciones de culto a la personalidad de sus supuestos representantes”.
En San Lázaro, en privado hay críticas de diputados priistas a Ochoa Reza, y la semana pasada, en declaraciones a los periodistas, el presidente de la FSTSE, Joel Ayala Almeida, recordó que “el presidente, como primer priista tiene en sus manos el poder de realizar ajustes “. Ochoa Reza no termina de conectar aún con sus bases y ha metido al partido en choques internos, por su estilo porril que más que acercar a los electores indecisos los aleja. Dándole el beneficio de la duda, la Meade no prende y de seguir este camino va a una derrota segura.