
El arquitecto mexicano Luis Barragán, murió en 1988. Sus cenizas permanecieron en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, en Guadalajara, hasta el 23 septiembre del 2015, ese día la estadounidense, Jill Magid, las extrajo de su oxidada urna de cobre y se las llevó a Nueva York. La Secretaría de Cultura del estado de Jalisco, el Museo de Arte de Zapopan y la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán consintieron y apoyaron la profanación, exhumación y apropiación de una parte de sus restos que se encontraban en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, para que estas luego fueran transformadas por Jill Magid y Pamela Echeverría en un anillo de compromiso, que formó parte de la exposición de arte privada “The Proposal
En agosto de 2016, la revista The New Yorker: publicó el artículo: “The Architect Who Became a Diamond” (El arquitecto que se convirtió en diamante), en donde se relata la historia sobre cómo Luis Barragán se convirtió en diamante y fue ofrecido a Federica Zanco, directora de Barragan Foundation , como un intercambio para dar acceso libre al archivo de la obra del único Premio Pritzker mexicano que se encuentra en Basilea, Suiza.
The New Yorker inicia su narración con la travesía que realiza la protagonista del relato, la artista estadounidense Jill Magid, a Guadalajara para exhumar los restos de Luis Barragán que se encontraban en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Con los restos en su poder viaja a Nueva York y envía las cenizas a una compañía en Suiza dedicada a transformar cenizas de restos humanos en diamantes.
Un proceso en el cual convirtió el ilustre arquitecto en un diamante de dos quilates. Desde 1995, los archivos y derechos de la obra de Barragán, fueron adquiridos por Rolf Fehlbaum, presidente de Vitra, compañía mueblera internacional y son resguardados por su esposa Federica Zanco. Las fotografías y reproducciones de la obra del arquitecto están completamente controladas y vigiladas por Zanco; esta cuestión llamó la atención de Jill Magid, apasionada de la obra de este arquitecto, quien contactó a la familia de Barragán en 2014.
Magid planteó a la familia Barragán buscar a Zanco y proponerle un intercambio: el anillo hecho con los restos del arquitecto, a cambio de que ella abriera el archivo y, tal vez, lo devolviera a México. El archivo —que incluye 13 mil 500 dibujos, siete mil 500 fotográficas, siete mil 800 diapositivas, 290 publicaciones sobre el trabajo de Barragán, 54 publicaciones coleccionadas por el mismo Barragán, siete archivos de recortes, siete modelos arquitectónicos, algunos muebles y varios archivos de notas, manuscritos, listas y correspondencia del arquitecto—fue adquirido por Federica Zanco y se resguarda en una fundación creada por ella, Barragan Foundation, que eventualmente adquirió también fotografías del artista y que es dueña de los derechos completos de la obra de Luis Barragán.
En México, hay quienes quejan de que Zanco ha entorpecido el estudio de este arquitecto galardonado con el Premio Pritzker y su legado esta reservado para sí misma. El anillo de compromiso fue exhibido en el Kunst Halle Sankt Gallen en Suiza. Alice Gregory en el artículo que escribió para la revista The New Yorker pone incluso en duda la existencia de un catálogo comentado de la obra del arquitecto que supuestamente prepara la Barragan Foundation.
El anillo también mostró el nulo trabajo que realiza la Barragan Foundation como institución académica, además de mostrar que su directora no tiene respeto al control del archivo y sus derechos. Lo acontecido con las cenizas del arquitecto muestra que se puede profanar una tumba en un recinto que parecía digno como lo es la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres si hay mucho dinero en juego.