jueves, mayo 15, 2025

OTRAS INQUISICIONES: “Libros Escogidos”

Pablo Cabañas Díaz.
En la esquina de Paseo de la Reforma y avenida Hidalgo existió “Libros Escogidos”,  la librería más añorada  de la ciudad de México que permaneció abierta  entre los años setenta y ochenta,  su dueño era el generoso y amable Polo Duarte.  Cuando yo tenía  21 años, un día fui a la librería, entré y le pregunté  a Polo qué tenía sobre Bertrand Rusell.  Él me devolvió la pregunta: ¿Qué has leído de Rusell?. Le dije que solamente, “Por qué no soy cristiano” ,  Polo me recomendó “El valor del libre pensamiento” publicado por Rusell en 1944. Ese libro cambio mi vida al explicarme que la libertad de pensamiento, se sustenta en la idea de cuestionar e investigar la realidad con las armas de la ciencia y el razonamiento, y de intentar crear un mundo más justo ante la irracionalidad de la injusticia.
Polo almacenaba tesoros bibliográficos en su pequeño local y además buscaba libros para sus clientes . Pero también  fiaba sus libros. Tenía una libreta donde anotaba los nombres y al lado los títulos y las cantidades de los deudores, estoy seguro que la mayor parte de aquellas deudas quedaron sin pagar. En el estrecho local de “Libros Escogidos” celebrábamos tertulias cada sábado. Acudíamos allí —y sin duda olvidó muchos nombres—  Simón Otaola  Gustavo Sainz, Emilio García Riera a quienes también trataba en la Facultad de Ciencias Políticas, y mucha personas más que eramos en esa época eramos jóvenes  y que escuchabamos los interesantes  cuestionamientos de Otaola.  En los años setenta , como estudiante, Polo sabía que no tenía dinero  y nos alquilaba los libros por un peso. Leía  el ejemplar con mucho cuidado, para no dañarlo y para que él lo pudiera vender después. Muchos de esos libros venían  con las páginas sin abrir, ésos los alquilaba en dos pesos.
En esa librería  conocí a Manuel Blanco, y con él fui a trabajar en el año 1978 a la “Revista Mexicana de Cultura”, que encabezaba el maestro Juan Rejano. La amistad se profundizó  con Manuel en la cantina el “Salón Palacio”, en sesiones sabatinas en las que participaba un numeroso grupo. La tertulia comenzaban a las dos de la tarde, una vez que todo mundo cobraba en “El Nacional”, y muchos concluían hasta que cerraba el local.  Otros pasábamos a la tertulia que se organizaba en la librería de Polo  que estaba reservada a Otaola, quien nos daba su versión del acontecer nacional e internacional desde una visión descarnada e irónica. Las memorias de Otaola tituladas: “Tiempo de recordar” es un libro de  microhistoria del  diario vivir el exilio republicano español en México. El añorado escritor Otaola reapareció a través del cine  en el año 2002, con la película del director méxicano Raúl Busteros :”Otaola o la república del exilio”. La película de Busteros comienza con una noticia : ha muerto en México un exiliado republicano español muy importante. Otaola le “tomaba el pulso al exilio”,  y también a la política mexicana , suerte de cronista calificador que separaba a quienes se portaban mal- políticos e intelectuales, rateros y arribistas-, de quienes tenían buena conducta y escribían buenos libros.


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