OTRAS INQUISICIONES: Jim Carroll: Poeta en la cancha y en la calle

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Por Pablo Cabañas Díaz

James Dennis Carroll (1949 –2009) fue un poeta, escritor y músico estadounidense que encarnó como pocos el espíritu salvaje y lírico neoyorquino. Criado en una familia católica irlandesa del Lower East Side y luego en Inwood, desde niño destacó como estrella del baloncesto escolar. Becado en la elitista Trinity School, capitaneó equipos campeones mientras, en paralelo, escribía diarios de una madurez deslumbrante. A los trece años mostró sus textos a Jack Kerouac, quien afirmó que escribía mejor que el 89 % de los novelistas publicados.

A los dieciséis debutó con Organic Trains (1967) y pronto frecuentó los círculos de vanguardia: el Chelsea Hotel, la Factory de Andy Warhol, y amistades profundas con Patti Smith, Robert Mapplethorpe, William Burroughs y Allen Ginsberg. En 1973 publicó Living at the Movies, libro de poesía clave de su generación.

Su obra cumbre, The Basketball Diaries (1978), recoge los diarios escritos entre los 12 y los 16 años: el relato crudo de una doble vida entre canchas de baloncesto y una adicción severa a la heroína que lo arrastró a la delincuencia y la marginalidad. El libro se convirtió en clásico de culto y en 1995 fue adaptado al cine con Leonardo DiCaprio como protagonista.

En los setenta se trasladó temporalmente a Bolinas, California, en busca de recuperación, y regresó a Nueva York rehabilitado. Publicó entonces Forced Entries (1987), continuación de sus diarios, y poemarios esenciales como The Book of Nods (1986), Fear of Dreaming (1993) y Void of Course (1998).

Animado por Patti Smith, formó The Jim Carroll Band. Su álbum Catholic Boy (1980) es un hito del punk poético, con el himno generacional “People Who Died”. Grabó otros discos notables (Dry DreamsI Write Your Name) y colaboró con Lou Reed, Rancid y Blue Öyster Cult.

Jim Carroll falleció el 11 de septiembre de 2009 en su apartamento de Manhattan de un infarto mientras escribía. Dejó una novela póstuma, The Petting Zoo (2010). Su obra —directa, desgarradora y profundamente neoyorquina— sigue siendo referencia ineludible de la literatura confesional estadounidense.

 

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