jueves, abril 18, 2024

Otras Inquisiciones: Filtraciones y calumnias

Pablo Cabañas Díaz/
La complejidad de la relación  entre México y Estados Unidos, permite entender que buena parte de los desplantes de la Administración Trump no  son una novedad  y que las filtraciones y las calumnias han  sido utilizadas en distintos momentos y circunstancias para poner en jaque a nuestros funcionarios . En 1986, la poderosa cadena televisiva estadounidense Columbia Broadcasting System (CBS) aprovechó el viaje del  entonces presidente Miguel de la Madrid a la sede de la ONU, en Nueva York, para  transmitir un reportaje, un asunto policiaco que tocaba a la familia presidencial: el caso de Edmundo de la Madrid —primo hermano del mandatario mexicano y presunto traficante de cocaína—, información  que mal manejada por Manuel Alonso el entonces encargado de la prensa en Los Pinos llegó a causar un daño a la imagen presidencial pocas veces visto en la esos años.
En cerca de tres minutos, la CBS combinó maliciosamente la información sobre una presunta “conexión mexicana” del narcotráfico, con escenas de la presentación del Presidente en la tribuna de las Naciones Unidas, el desfile del 16 de septiembre en la capital mexicana, la Bandera y el Ejército mexicanos con notas del Himno Nacional como fondo.
El locutor de la CBS reprochó al mandatario mexicano que no hubiera aludido en su discurso ante la ONU a las cuantiosas divisas que recibe el país a causa del tráfico de drogas. Minutos después se pasaba una entrevista con Jacques Denise Derive, el acusador de Edmundo de la Madrid, y el componente central del reportaje televisivo. En las pantallas de millones de televidentes estadounidenses apareció la figura desdibujada del acusador, de origen francés, presentado con larga barba , lentes oscuros y gorra deportiva, el acusador, que sirvió como chofer de Edmundo de la Madrid unos diez meses, aseguró que su antiguo jefe viaja frecuentemente al extranjero con aparente franquicia aduanal y reveló que en alguna ocasión descubrió que una de las maletas de viaje estaba llena de cocaína.
Inmediatamente después de la divulgación del reportaje, el procurador general de la República, Sergio García Ramírez, convocó a una conferencia de prensa en la que exhibió el material de la cadena televisiva, condenó con firmeza el uso “indebido, impertinente e irrespetuoso” de los símbolos patrios en el trabajo de la CBS e informó que el primo hermano del presidente De la Madrid estaba sometido a una investigación a consecuencia de que en Estados Unidos se le asoció públicamente en actividades ilícitas.
Al referir el trabajo conjunto mexicano- estadounidense en el caso Edmundo de la Madrid, el Procurador explicó que no se habían  difundido los datos obtenidos hasta la fecha, porque hacerlo comprometería y frustraría la investigación. Expuso que Edmundo de la Madrid, “efectivamente, como lo dijo el Presidente, estaba sujeto a investigación, a la que yo personalmente le pedí que se sometiera Edmundo aceptó y se puso a disposición de la PGR para ser investigado”.
El caso Edmundo de la Madrid fue fuente de dolores de cabeza en la familia presidencial. La primera alusión al pariente del mandatario mexicano apareció en la primera quincena de mayo  de 1986, en las páginas del New York Times, que se basó en informe surgidos durante audiencias del Senado norteamericano, presididas por el controvertido senador Jesse Helms. En esas sesiones, el senador Frank Murkowski preguntó a algunos testigos si “algunos pariente del presidente Miguel de la Madrid eran narcotraficantes” La pregunta, según el NYT, “surgió de la información de inteligencia que fue entregada durante una audiencia privada del subcomité el lunes (12 de mayo) La respuesta del comisionado general de Aduanas, Willian von Raab, contribuyó a hacer más sugerente el caso: No podemos hacer ningún comentario sobre esto en una audiencia pública”.
La embajada mexicana en Washington replicó de inmediato que la sugerencia de que parientes presidenciales estuvieran comprometidos en el narcotráfico era un comentario “irresponsable y malintencionado”. Funcionarios del gobierno estadunidense le pusieron nombre al caso: se trataba de alguien de nombre Eduardo de la Madrid, según la información filtrada a los periodistas. La embajada mexicana reviró: ese sujeto no existe, dijo a través de su entonces vocero Leonardo French. Ahí empezó la confusión, que se complicaría con la falta de información. El martes 10 de junio de 1986, el presidente De la Madrid expresó sobre el caso al periodista  Guillermo Ochoa:—“Yo tengo muchos parientes, obviamente; somos una familia muy grande y muy amplia y hasta donde yo sepa, no tengo un pariente que se llama Eduardo de la Madrid” .  El golpe estaba dado un error de comunicación al negar la existencia de pariente concluyó con un trama de enrredos y agresiones  contra  el presidente de México. En la XXVI Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos, del 30 de mayo al 2 de junio de 1986, las recriminaciones y la tensión bilateral continuaron. Ante la posibilidad de una ruptura mayor, la Casa Blanca anunció que revisaría el trabajo de las diferentes oficinas que trataban asuntos mexicanos, con el fin de evitar acciones descoordinadas, y el 5 de junio el presidente Ronald  Reagan sustituyó al embajador John Gavin por el empresario llantero Charles Pilliod. El daño a la imagen presdencial estaba hecho.

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