Pablo Cabañas Díaz.
Hasta hoy, se discute si pudo ser un crimen de estado, un crimen pasional o un suicidio. Su muerte sigue siendo enigmática y misteriosa. Así fue la vida de Fernando Jordán Juárez, quien nació en la ciudad de México, un 26 de abril de 1920. Egresado de la escuela Vocacional decide inscribirse en la carrera de Arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional, sin embargo, al poco tiempo la abandona e ingresa en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Durante el tiempo que estudió esta carrera tuvo la oportunidad de escribir varios artículos en periódicos del instituto con lo cual descubre su vocación periodística.
A la edad de 25 años, egresa como antropólogo y empieza a trabajar en el periódico de mayor tiraje de la época, La Prensa, posteriormente en las revistas Mañana y Novedades. Se distinguió siempre por sus artículos agudos e incisivos en los cuales denunciaba las inequidades en México, y por ello recibió varias represalias y regaños los cuales sólo sirvieron para estimular su deseo de continuar por este camino. Su gran oportunidad llega en el año de 1949, cuando decide unirse a quien fuera su principal promotor y amigo, Regino Hernández Llergó, quien funda la revista Impacto, nombrándolo su corresponsal viajero y que así pudiera combinar sus dotes de periodista y antropólogo visitando diferentes lugares de la República Mexicana y enviando sus profundos reportajes para esta revista.
Cuando Jordán llega a Baja California, la define como el “otro México”, pues advierte inmediatamente las características especiales que la situación geográfica de la frontera imprime en su gente y en el espacio geográfico. El desarrollo urbano en Baja California se daba vertiginosamente con respecto al resto del país, pues a partir de la década de los cuarenta del siglo XX, empezó a convertirse en plataforma de migración itinerante hacia los Estados Unidos.
Su primer trabajo fue acompañar a la Marina Mexicana en una expedición al Archipiélago de Revillagigedo en donde da cuenta de este sitio tan singular el cual debería ser un orgullo el tenerlo en nuestro país; su segunda misión fue una expedición a Chiapas donde escribió sobre las etnias del lugar; siguieron Coahuila y la rara población de raza negra que habita ahí. Más tarde, va a Chihuahua en donde visita a los menonitas para terminar con visitas a la afrancesada Nautla, Veracruz y Chipilo; Puebla con su notable migración italiana, mas no paró ahí, regresa a la Ciudad de México y parte a la selva lacandona para rematar con una visita a las zonas arqueológicas de Yucatán, en sus reportajes denuncia la destrucción de ruinas prehispánicas de parte de los contratistas que abrían caminos en la selva.