viernes, octubre 18, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Fernando Benítez : Los indios de México

Pablo Cabañas Díaz.
Fernando Benítez (1912- 2000), — fue un periodista, antropólogo, escritor, editor, historiador y un distinguido profesor de la Facultad de Ciencias Políticas en donde uno de sus auditorios lleva su nombre—, su obra ha sido poco estudiada en este siglo XXI. Benítez es considerado el padre del “periodismo cultural” en México. Dedicó su vida a esta profesión a partir de los 22 años. Desde el periodismo, la antropología y la literatura debido a su vasta labor en la cultura, tarea que emprendió desde una posición marcadamente nacionalista y no ajena a los problemas sociales que enfrentaba el país. Benítez pudo adentrarse en la ficción y el documento, como se aprecia en su trabajo de novelista y ensayista. Sin duda la obra más relevante de Benítez es una colección de cinco volúmenes titulada “Los indios de México”, publicada por Ediciones Era a partir de 1967. Representa una radiografía de la diversidad cultural de este país, resultado de más de veinte años de esporádicas visitas y convivencia con diversos miembros de las etnias que lo componen. El primer tomo (1967) lo dedica a la cultura de los tzotziles, tarahumaras, tzeltales, chamulas y mixtecos; el segundo (1968), a los huicholes; el tercero (1970), a los mazatecos y coras; el cuarto (1972), a los otomíes y mayas, y el quinto (1972), a los tepehuanes y nahuas. El interés del autor por los wixaritari inició con un periplo que realizó a la región que habitan, luego decidió profundizar. Dos textos entresacados de los volúmenes de la colección han sido ampliamente difundidos en México y fuera del país; ambos tratan sobre los llamados enteógenos: Los hongos alucinantes (1964) y En la tierra mágica del peyote (1968). Los huicholes, quienes se denominan wixaritari, habitan en la región conocida como el Gran Nayar, la porción meridional de la Sierra Madre Occidental que comprende parte de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas. Su lengua pertenece a la rama Cora-huichol, en su cultura y le dedicó un volumen. El libro puede ser leído como un relato de viaje y no sólo como producto periodístico o etnográfico. Para entender su obra desde la perspectiva del relato de viaje es indispensable plantear una definición del término ‘viaje’, el cual hay que entender como el traslado de un espacio físico a otro, casi siempre con un itinerario y cronología planeados. Una característica, de este tipo de narración  es que implica el uso de una serie de elementos enfáticos que postulan lo real representado en términos de observación, testimonio y verdad.

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