Pablo Cabañas Díaz
El ex presidente Enrique Peña Nieto vuelve a la escena política, como consejero político nacional del PRI, que tendrá entre otras tareas la de avalar a través de la consulta a sus militantes al nuevo líder del tricolor. Este nombramiento ya fue cuestionado en una carta dirigida a Claudia Ruiz Massieu, por Democracia Interna, corriente interna del PRI, que criticó que el ex presidente más que ser consejero político, debe ser expulsado. Democracia Interna es un membrete que utiliza el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz a quien la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), desde 2006, combate por su talante corrupto y represor.
A la impugnación de Ulises Ruiz se sumó otra división la de Ivonne Ortega que exige a Alejandro Moreno Cárdenas, conocido por Alito, renuncie a su cargo como gobernador de Campeche, a fin de que deje de usar recursos públicos para su promoción política. Alito presume su cercanía con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien incluso se afirma en su círculo cercano pidió ya permiso para dirigir al PRI por lo que los priistas ya no lo llaman Alito sino Amlito.
La creciente división del otrora invencible partido tricolor se acrecienta por el desprestigio que le ocasiona la corrupción de destacados militantes como el propio Peña Nieto, y de importantes miembros del que fuera su gabinete y de los ex gobernadores cuyas candidaturas impulsó él; unos encarcelados, algún otro prófugo y otros más aún al frente de sus entidades. Si en el año 2000 el PRI vivió una histórica derrota que le sacó durante 12 años de la presidencia, en el 2019 el partido fundado por Plutarco Elías Calles – parece que vive ausente de la realidad- todavía no entiende que ha sufrido una estocada casi mortal en la elección presidencial del año pasado.
La derrota del PRI tiene un responsable y es Peña Nieto. El fin del PRI estuvo anticipado por la estela de corrupción y acusaciones contra los políticos de esa formación política de los últimos seis años. Ahora tendrá que cargar con el ex mandatario que mantuvo a su gobierno bajo la sospecha permanente de corrupción: los sobornos de Odebrecht y la Casa Blanca por señalar los más famosos. También por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y una estela de muerte ,violencia y saqueo del erario público. La decisión de respaldar a Peña Nieto para ser consejero nacional resquebraja cualquier posibilidad a ese partido de salir fortalecido. Peña Nieto nunca ha sido priista. El PRI agoniza y Peña Nieto parece el elegido para darle la estocada final.