Pablo Cabañas Díaz.
La idea del “pueblo bueno” como elemento central del nacionalismo revolucionario tiene en la revista Política un papel protagónico que llega hasta nuestros días en el discurso político de Andrés Manuel López Obrador. La herencia que dejó la revista Política (1960-1967), es la teorización del nacionalismo revolucionario, editores y colaboradores reivindicaron la figura de un “pueblo” abstracto fusionado al poder, considerado como el eje de la legitimidad revolucionaria y del cambio social sin violencia. Política fue dirigida dirigida por Manuel Marcué Pardiñas (1916-1995), marcó el sendero del periodismo de la corriente ideológica del llamado nacionalismo-revolucionario en la década de 1960, al proporcionar a sus lectores análisis y reportajes sobre la realidad nacional. En esos años, vivíamos en un clima de creciente represión entre la centena de presos políticos estaban el pintor David Alfaro Siqueiros, el periodista Filomeno Mata, y los dirigentes sindicales Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
En la revista surgió la figura del intelectual comprometido con las causas antiimperialista y tercermundista. A los intelectuales, escribió Carlos Fuentes en un ensayo en el que analizó retrospectivamente estos años, tocaba analizar la “realidad de México” y ofrecer “una tipificación histórico-crítica de la revolución mexicana, y una caracterización presente de los grupos en el poder”. Política tuvo en sus páginas a figuras de primera línea como Narciso Bassols; escritores nacionalistas revolucionarios como Fernando Benítez y Carlos Fuentes; artistas plásticos como David Alfaro Siqueiros; y quien era un joven funcionario de filiación priista como Enrique González Pedrero; intelectuales críticos que no estaban afiliados al Partido Comunista y que tenían una trayectoria política e intelectual singular, como fue el caso de Eli de Gortari, tío de Carlos Salinas y, finalmente, eruditos como Jorge Carrión y Emilio Uranga, que habían formado parte del grupo Hiperión. También escribieron en sus páginas Luis Villoro, Francisco López Cámara, Jaime García Terrés, y Carlos Fuentes.
Las tensiones derivadas de la coexistencia de tendencias políticas e ideológicas tan diversas provocaron escisiones y rupturas. A mediados de 1964, algunos de los nacionalistas revolucionarios con mayor visibilidad –Carlos Fuentes, Fernando Benítez, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero y Francisco López Cámara– dejaron de escribir en Política por considerar que ésta se había radicalizado de más contra el gobierno.
En 1965, Alonso Aguilar, Fernando Carmona y Enrique Ramírez y Ramírez también rompieron con la revista, para animar años más tarde “Estrategia. Revista de análisis político” (1974-1988). ¿Cuáles fueron en el inicio los puntos que hicieron coincidir grupos y tendencias tan diversas? En primer lugar, la convicción de que era necesario construir un espacio de crítica política, inexistente en México en aquellos años. Por otra parte, en el cincuentenario de la Revolución los integrantes de Política compartieron la percepción de que ésta no había generado la transformación esperada y, en reacción a ello, lanzaron una propuesta de transformación que apuntaba hacia un cambio no violento como el que vendría en las elecciones del 2018, teniendo como actor al “pueblo bueno”.