sábado, noviembre 30, 2024

OTRAS INQUISICIONES: El largo divorcio de un multimillonario

Pablo Cabañas Díaz
En 1931, Antenor Patiño (1896-1982), contrajo nupcias en Madrid, mediante el régimen de separación de bienes, con María Cristina de Borbón y Bosch-Labrus, quien era parte de la familia real de España. Antenor tenía entonces 35 años: había nacido en 1896 en Oruro, Bolivia, hijo de Simón Patiño, al que la gente llamaba el Rey del estaño. María Cristina, en cambio, tenía sólo 17 años: había nacido en 1913, hija del duque de Durcal —primo a su vez del rey Alfonso XIII—, una persona con alcurnia pero sin dinero, y con la ilusión de adquirirlo por medio de su hija, menor de edad en el momento de su matrimonio con Patiño. El desenlace de su casamiento por conveniencia sería uno de los episodios más célebres en la historia del derecho internacional privado, por ilustrar a la perfección el problema del conflicto de las jurisdicciones y las leyes.
En un artículo sobre Antenor Patiño, publicado por Carlos Tello Díaz, menciona que en los primeros de la  década de los años cuarenta, en Nueva York, donde vivían ambos a causa de la guerra en Europa, María Cristina de Borbón inició un juicio por abandono contra Antenor Patiño que concluyó en un convenio de reconciliación, mismo que incluía una serie de pensiones a su favor, que fueron pagadas en Manhattan. Las pensiones eran exorbitantes. María Cristina recibió medio millón de dólares de Patiño cuando accedió a reconciliarse con él, en julio de 1944, y la promesa de recibir medio millón más, siete años después, en 1951. Pero el matrimonio no tenía salvación. Al terminar la guerra, Patiño, que retornó a París sin ella, la requirió formalmente a través del Tribunal Civil del Sena. Ella no volvió porque tenía, dijo, un litigio pendiente contra él en las cortes de Nueva York. Entonces Antenor emprendió un juicio de divorcio en Francia. Sería un proceso que duraría más de veinte años, emprendido en las cortes de París, Madrid, La Paz y Nueva York. Pero el divorcio parecía imposible.
Al cabo de una década, sin resultados a la vista, Patiño llegó a México. ¿Por qué México? Algunos pensaban que posiblemente, al reconocer al gobierno de la República Española en el exilio, México, que no tenía relaciones con el régimen de Francisco Franco, estaba en posibilidad de ayudar a un hombre que había contraído nupcias en España bajo las leyes de la República. Otros más bien señalaban que el país era entonces un lugar ideal para conseguir un divorcio fácil y rápido, al que acudían entre otros, por ejemplo, los actores de Hollywood. El caso es que el presidente Adolfo Ruiz Cortines, al tanto de sus tribulaciones, le ofreció su apoyo para resolver el asunto de su divorcio… si hacía una buena inversión en México. Antenor Patiño, a pesar de viajar con pasaporte diplomático, estableció así su domicilio conyugal en la capital de México. En 1956, empezó la construcción del Hotel María Isabel, un edificio muy elegante, situado en la zona más exclusiva del Paseo de la Reforma, y ahí también, una década después, concibió y planeó lo que sería su obra más espectacular: el Hotel Las Hadas, en la costa del Pacífico.

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