Pablo Cabañas Díaz
En 1995, justo un año después de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cabras y otros animales de granja en el norte de México fueron encontrados muertos, con marcas de mordidas en sus cuellos. En un pequeño municipio en la sierra de Puebla, se reportó la misteriosa muerte de al menos 30 ovejas.
Implacables con la búsqueda de información, Televisa cubrió la nota a través de un grupo de reporteros. El personal llegó a tiempo para observar a una oveja aún con vida, misma que fue sacrificada. La doctora Soledad de la Peña, llegó al lugar y realizó una autopsia en vivo y en directo para la televisión. El dramatismo se acentuó mientras los guantes de la doctora se mantuvieron blancos, mientras afirmaba que el animal no tenía sangre. Aunque un animal muerto no puede sangrar pues su torrente se había coagulado, ésta no dejaba de teñir de rojo todo a su alcance, motivo por el que creció la especulación respecto a sí fue una falsa autopsia.
El misterioso monstruo se convirtió en el centro de la atención, y aprovechando el morbo y el sensacionalismo de la nota, las cadenas televisivas lo retomaron para rellenar espacios. Alfredo Adame, conductor en esa época del programa ‘Viva la Mañana’, recibió en el estudio al “ufólogo” Jaime Maussán, quien habló del Chupacabras y describió el caso de José Ángel Pulido, un chofer de tráiler originario de Tlatomulco, Jalisco, que aseguró haber sido atacado el 2 de mayo de 1996, por un extraño ser de 60 centímetros de altura y un cuerpo gelatinoso. El hombre se dirigía a su tráiler, a escasas calles de su casa, cuando un animal brincó la cerca de un corral cercano y le atacó. En defensa de su vida, Pulido golpeó al animal hasta que logró zafarse, pero recuerda la suavidad de su cuerpo y el intenso olor a pantano. Al llegar a su casa y ser interrogado por su familia respecto al olor, el hombre se dirigió a un hospital, donde un supuesto doctor Mario Rivas le aseguró que sus heridas eran similares a las del célebre “Chupacabras”.
La noticia tuvo un fuerte impacto en un contexto de familias que tenían baja escolaridad, y un trabajo sin futuro, mal pagado y sin ningún tipo de derechos laborales. En la Ciudad de México, creativos vendedores de la calle junto con los caricaturistas políticos de la época, fusionaron la crisis económica del país con el “Chupacabras”, para ello colocaron la cabeza del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari en el cuerpo del animal, surgiendo una imagen que representaba al naciente neoliberalismo mexicano con las tradiciones populares, la figura del nuevo Chupacabras político fue estampados en camisetas, reproducido en alebrijes y piñatas, otros lo dibujaron como un vampiro.
Surgieron, asimismo, diversos juegos de palabras para referirse a ese supuesto animal. A finales del sexenio de Salinas de Gortari se le relacionó con la creación del rumor del “ Chupacabras”, con la presunta intención de distraer a la población por el aumento de los precios de la canasta básica. Además de tratar de desviar la atención por el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, la lucha zapatista y la crisis que vivía entonces el régimen priísta. A pesar de que hay certeza de que no existe ese animal, hay personas, que aún continúan creyendo que es real, a pesar de lo extraño o inverosímil que parezca.