Pablo Cabañas Díaz
Carlos Fuentes fue uno de los intelectuales que cedieron a la tentación de acortar la famosa “distancia con el príncipe”, frase acuñada por Octavio Paz, al dar su respaldo al presidente Luis Echeverría. En un avión que el escritor Gabriel Zaid bautizó como “de redilas”, connotados intelectuales se incorporaron a una gira presidencial por Sudamérica y asumieron su adhesión al régimen al adoptar la frase “Echeverría o el fascismo”, cuya autoría se ha atribuido lo mismo a Fuentes, quien se desempeñó como embajador de México en Francia, pero también al periodista Fernando Benítez, asesor del presidente.
En entrevista con Proceso (807) en abril de 1992, Benítez respondió ante la pregunta de si había sido de Fuentes el creador de la frases y su respuesta fue clara: “Fue una expresión exacta y debo haberla repetido yo en alguna ocasión. En ese momento la situación de México era muy grave y podía haber caído en un fascismo del que nos salvó Echeverría”. Su única medida represiva y fascista fue el golpe en Excélsior”. En Excélsior “se enfrentaron los poderes de la prensa y del Ejecutivo, pero fue un único caso.”
El tema de la relación entre los intelectuales y Echeverría fue motivo de un reportaje publicado en julio de 2002 (Proceso, 1341), en el marco de las comparecencias del expresidente ante la “Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado” por las matanzas de Tlatelolco y del Jueves de Corpus Christi, donde el historiador Lorenzo Meyer recordó haber recibido la invitación a la gira, pero él la rechazó.
Fue vergonzoso el acarreo . Fuentes, en un diálogo con el periodista James R. Fortson publicado en 1973 en el libro “Perspectivas mexicanas desde París”, calificó como “un gesto que sin duda le honra” el que Gustavo Díaz Ordaz se hubiese imputado toda la responsabilidad por la matanza del 68, y tras comparar a Echeverría con Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, respondió a quienes criticaban su respaldo al ex presidente: “No acabamos de digerir nuestros traumas (…) Creo que en primer lugar el responsable único fue el presidente de la República de México. En segundo lugar, que en Tlatelolco intervino el Ejército por órdenes de la Presidencia y de la Defensa , no de Gobernación. Y en tercer lugar, que aunque Echeverría hubiese sido 100% responsable del 68, no podemos hacer una política a base de la noción cristiana del pecado original y convertirnos en estatuas de sal mirando siempre hacia atrás…”
Fortson también le preguntó a Carlos Fuentes: ?¿Qué piensas tú del hecho de que los sucesos del 10 de junio de 71, pese a la promesa de Echeverría de esclarecerlos públicamente en un plazo perentorio, no se hayan aclarado? Fuentes reconoció: “Me parece una de las cosas malas de este régimen. Yo creo, en primer lugar, que el 10 de junio fue una provocación de Martínez Domínguez y los tapados quemados como Corona del Rosal para desprestigiar al nuevo presidente y forzarle el rumbo por el camino de la represión, toda vez que esa gente siente que sólo se justifica si justifica la necesidad constante de represión.
En términos políticos, el problema fue resuelto con la destitución de Martínez Domínguez, ¿verdad? En términos políticos, en términos pragmáticos y transitorios, pero no en términos legales. Seguimos con nuestra pesada herencia colonial: la ley se obedece, pero no se cumple. Lo que ha quedado en entredicho, y esto es muy grave para Echeverría, porque le resta confianza entre muchísima gente, es el respeto a la ley. La falta de una investigación verdadera y de un castigo a los responsables prolonga depresivamente esa esquizofrenia rampante en toda América Latina : el divorcio entre el país real y el país legal”.