jueves, marzo 28, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Discursos de Odio

Pablo Cabañas Díaz
El 10 de febrero del 2018, en Villahermosa, Tabasco, en un discurso y no de manera graciosa, Enrique Ochoa Reza -quien en ese momento era el presidente nacional del PRI-, expresó: “Hay algunos que van huyendo (a Morena), son los prietos, y a esos prietos desde aquí les decimos: ‘les vamos a demostrar, son prietos, pero ya no aprietan’”. Y no solo eso, quien era el  dirigente del tricolo colgó en sus redes el video donde lanza la advertencia, acompañado del siguiente mensaje: “A los prietos de #Morena les vamos a demostrar que son prietos pero ya no aprietan”. Enseguida, decenas de internautas reaccionaron al mensaje, en su mayoría en repudio por el acto racista, reacciones que orillaron a Ochoa Reza a retirar el video y ofrecer disculpas desde twitter. “El día de hoy en Tabasco me referí a los PRIistas que se han pasado a Morena como PRIetos. Mi comentario jamás fue referido a las personas que tienen mi mismo color de piel, del cual me siento muy orgulloso”. En apariencia  todo se resolvió ofreciendo Ochoa  Reza una disculpa. Reflexionar sobre los discursos del odio lleva, por una parte, asumir, como punto de partida, que estos discursos. ¿Conlleva el discurso del odio un límite absoluto a la libertad de expresión, en el sentido de que todo mensaje con afán racista o discriminatorio cae fuera de su marco de protección?;
Es indudable que no hay derechos absolutos, y que graves atentados a la dignidad de otras personas no pueden quedar amparados por la libertad de expresión.
Lo que hizo Ochoa Reza fue  expresar un discurso de odio o hate speech que buscaba de manera deliberada provocar una afectación en la dignidad de un grupo de personas a través de “expresiones hirientes”. Dichas manifestaciones suelen referirse  en muchas ocasiones a expresiones racistas como es el caso que comentamos.  Como su nombre lo indica, el discurso de odio pretende difundir animadversión hacia un grupo determinado. Por lo que hace a su objetivo, se puede identificar como un discurso de odio confeccionado para atacar a un blanco específico.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (CONAPRED, 2018), en nuestro país hay más de ocho millones de habitantes que por sus rasgos físicos o color de piel son rechazados por el resto de la población, situación que los segrega de los principales centros urbanos y espacios geográficos, y dificulta su acceso a la educación y el medio laboral. Además, como si esto no fuera suficientemente alarmante, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), ha señalado que en México existen numerosas formas de discriminación, y son los indígenas y los afro mexicanos los grupos más vulnerables frente a la distinción y marginación por motivos étnicos y antropológicos.
A pesar de la legislación oficial y la postura de los diversos organismos creados para evitar la discriminación, ciertos sectores del pueblo mexicano siguen manifestando claramente una postura discriminatoria en función del origen racial, referida en especial al color de la piel. A esta cuestión se agregan otras variables que dificultan aún más el panorama, como el nivel socioeconómico, el hablar una lengua indígena, el acceso a la educación, el padecimiento de enfermedades congénitas, la orientación sexual y las creencias religiosas. Estos motivos se convierten en actitudes intolerantes que se materializan en una desigualdad de acceso a los ámbitos educativo, laboral y social en México y a los que debemos excluir de nuestra vida social.

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