Pablo Cabañas Díaz
Pancho Galindo Ochoa falleció en 2008 a los 95 años, fue un poderoso entre los poderosos. Tuvo una legión de amigos así como de enemigos a quienes estorbó políticamente. Don Pancho como era conocido en su desayunos tenía conversaciones francas, directas, interesantes, importantes y amenas. Durante 50 años desayunó de lunes a viernes, primero en el Hotel del Prado y luego en el restaurante Veranda del Hotel Sheraton. En el restaurante Champs Elysées comía. Fue conocido por sus dichos: “Perro no come carne de perro”, significando que los periodistas no deberían hablar de ellos ni de los medios. Una cuestión del pasado si vemos hoy las redes sociales, los periódicos y las columnas. En sus mesas de restaurantes, en las que desayunaba y comía, otorgaba privilegios a sus seguidores y a los desconocidos, les señalaba el camino oficial. Envejeció como el sistema al cual sirvió. Tenía sentido del humor. Galindo Ochoa y Carlos Denegri fueron socios en la columna “Fichero político”, que apareció los domingos en el Excélsior de los años cincuenta y los primeros años de los años sesenta. A partir de fichas que estaban organizadas en tres categorías: de los que se habla bien, de los que se habla mal, y de los que no se habla, en colores que permitieran su rápida localización. Galindo Ochoa construyó un puente entre políticos en apuros o en trance de ascender, y periodistas y medios de información.
Otra mesa importante en la ahora Ciudad de México, fue de la de Rubén Figueroa a quien gustaba de asistir con frecuencia a los “desayunos políticos” en el hotel Diplomático que se encuentra a una cuadra del “Parque Hundido”. Acostumbraba a hacer entradas espectaculares, con una decena de acompañantes, a llegar al restaurante gritaba para preguntar si estaban libres los “miaderos”. Durante el desayuno, acompañado por Tomás Aguirre, dueño del hotel, Figueroa disfrutaba de contar anécdotas, y pocas veces permitía que sus acompañantes pudieran hablar. Era un personaje prepotente, grosero y muy agresivo. Con estos antecedentes al final de su gobierno el cineasta francés Jean Èmilie Jeannesson y su equipo, se dieron a la tarea de filmar su día a día, para luego presentar un documental en principio para la Televisión francesa. El resultado de ese trabajo se tituló: “El señor gobernador” realizado en 1981 y es un documento único para mostrar el poder sin límite que tenía ese hombre que gobernó Guerrero.
En la presentación del documental aparecía Rubén Figueroa nadando en la alberca de su casa, luciendo prominente abdomen y su buen humor. A la mitad, del documental Figueroa recibe una llamada telefónica del jefe de la policía estatal, al que se le exige que resuelva rápido cierto asunto y, ya en broma, le pidió que “si se encuentra por ahí a un grupo de periodistas franceses, me los castra, por favor”. Mario Vargas Llosa, escritor ganador del premio Nobel de Literatura 2010, visitó México en 1990 por pedido de Gabriel García Márquez y calificó al régimen priista de ser “la dictadura perfecta”, por ser un mecanismo perfectamente instaurado para reproducirse a sí mismo y conservando la ilusión de democracia. Sin duda, Galindo Ochoa y Rubén Figueroa eran actores de primera línea de ese México que se fue