lunes, diciembre 23, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Delirio y poder

Pablo Cabañas Díaz.
Jesús Silva-Herzog Flores (1935-2017), nos contó a un grupo de periodistas  siendo director del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, que cuando  fue secretario de Hacienda del entonces presidente José López Portillo su jefe se fue un fin de semana frente al mar, para auto diagnosticarse de un malestar que según él solamente los presidentes de México experimentan, la “angustia histórica”. En  “Mis Tiempos” su autobiografía  publicado en 19888 narra :“Tuve la sensación de angustia en la boca del estómago. Angustia histórica, de esa angustia que sólo un hombre cada seis años, en México, puede sentir”
Esto sucedió justo cuando el entonces presidente  daba los últimos toques a su  Sexto Informe de Gobierno. Le comunicó  a su secretario de Hacienda que viajaría el fin de semana a Ixtapa, Zihuatanejo “para consultar con “el viento, el sol y el mar” la posible nacionalización de la banca mexicana y la imposición de un control de cambios. Silva-Herzog describió la trivialidad del presidente. El hombre que en ese momento tenía la más importante responsabilidad del país, viajó a Ixtapa, para consultar con el mar — convertido en su “asesor” financiero— para saber cuál de las tres opciones posibles pondría fin a la fuga de capitales: a) la expropiación de la banca privada, b) la imposición de un riguroso control de cambios o, c) las dos anteriores.
La anécdota dejó de ser un mero apunte tragicómico, si tomamos en cuenta que López Portillo.  acudió al mar, en medio de la mayor crisis de legitimidad de su gobierno, para tomar una decisión que marcaría para siempre la historia económica del país. El presidente, representó su papel de Tlatoani navegando en su velero de nombre Ehécatl en el mar de Ixtapa. Es en ese momento cuando López Portillo —ebrio de poder y narcisismo— decide redimirse de sus errores con la expropiación bancaria.

Artículos relacionados