jueves, abril 25, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Del Mazo III

Pablo Cabañas Díaz

Desde 1929 hasta el año 2017, en forma ininterrumpida, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha detentado el poder político de manera exclusiva en el Estado de México. Bajo esa lógica en enero del 2017, Alfredo Del Mazo III actual candidato a la gubernatura del Estado de México por el PRI, fue hasta la residencia oficial de Los Pinos, para encontrarse con su primo Enrique Peña Nieto y concretar su candidatura, de acuerdo al periodista Salvador García Soto quien a la fecha no tuvo desmentido alguno. Del Mazo III buscó directamente y sin cita a su primo. Sentía que él no sería el candidato porque el 16 de enero, había sido llamado a la oficina del dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, quien le manifestó, en una reunión de varias horas, que tenía que “estar preparado si el presidente decidía que él no era el “candidato adecuado” para la difícil elección mexiquense. Eso, en lenguaje priista, fue el aviso de que, una vez más, su primo Enrique Peña Nieto podía hacerlo a un lado de la candidatura, igual que en 2011.

El 24 de enero, el presidente iba a viajar a Punta Cana para participar en la Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Todo estaba listo en el Hangar Presidencial, para salir  pero cerca de las 14:00 horas, le avisaron que el diputado Alfredo del Mazo pedía verlo con carácter urgente. Del Mazo III llegó, muy agitado. El presidente y el diputado se encerraron, y ahí el primo Alfredo jugó sus últimas cartas.

Según refieren cercanos al ahora candidato, en esa reunión Del Mazo llevó encuestas para mostrarle al presidente que él ganaba la elección del 4 de junio. “Déjame competir presidente. Yo puedo ganar. Los números lo dicen”, habría dicho el diputado según la versión de sus colaboradores. El presidente había tenido, antes de recibir a su primo, varias reuniones sobre el tema. En una de ellas el gobernador Eruviel Ávila le mostró encuestas que arrojaban que con tres aspirantes y ya sin alianza PAN-PRD, el PRI ganaba. Esos aspirantes eran Alfredo del Mazo, Ana Lilia Herrera y Carlos Iriarte.

El gobernador Eruviel Avila  le aseveró a Peña que con los tres ganaban, también le mostró porcentajes de opiniones negativas de los tres priístas y las de Del Mazo III eran, con mucho, las más altas. En ese sentido, le iba mejor a Ana Lilia Herrera que, aunque salía por debajo de Del Mazo III, tenía menos negativos. Con esos y otros argumentos, también esgrimidos por Luis Videgaray y por Enrique Ochoa, al presidente lo habían casi convencido de que su primo no debía ser candidato porque, aunque era el mejor posicionado en las encuestas, también era el que podía ser más cuestionado y vulnerable, entre otras cosas por su parentesco, en una elección cerrada.

Del Mazo insistió en que podía ganar y, mostrando sus encuestas, le recordó que en 2011 el mismo Peña le pidió dar paso libre a Eruviel. “Yo ganaba también entonces, pero usted me pidió disciplinarme por su proyecto y lo hice”, habría dicho el diputado, según las fuentes. “Ahora le demuestro que también puedo ganar, déjeme competir”, insistió hasta el último momento de la reunión, que se prolongó por más de dos horas. La salida para Santo Domingo, fue cancelada y a las 16:00 horas  la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado anunciando que Peña no iría “por problemas en la agenda presidencial”. En ese momento se iniciaba una campaña que estaría guiada por diversos grupos, sin rumbo y una lucha interna nunca vista en el Grupo Atlacomulco.

Según el escritor Francisco Cruz Jiménez, el Grupo Atlacomulco, nació para protegerse unos a otros. “¿Quién los puede proteger mejor que la familia? Entonces no importan las incapacidades, no importan las torpezas políticas, lo que importa es la lealtad familiar, el bienestar de la familia. Esa forma de pensar no sólo es compartida, sino transmitida. La historia de los Del Mazo no se ha limitado sólo a los parientes sino al grupo de familias que llegó con Del Mazo González II al poder en los años ochenta y que ahora en el siglo XXI no comprende las complejas transformaciones que se han dado en el estado de México, y pretende seguir en el poder como lo hicieron en el siglo pasado.

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