viernes, octubre 18, 2024

OTRAS INQUISICIONES: “Confesiones desde el exilio: EPN”

Pablo Cabañas Díaz.

El ex presidente, Enrique Peña Nieto, revela escasos detalles íntimos y políticos en una serie de entrevistas en el libro  “Confesiones desde el exilio: EPN”, escrito por Mario Maldonado. En estas conversaciones, realizadas en Madrid y Punta Cana, Peña Nieto revela los motivos detrás de su exilio en España desde 2019, destacando su deseo de facilitar la gobernabilidad de su sucesor, Andrés Manuel López Obrador, y también para evitar ser una distractor para la administración actual. En lo que es la parte más importante del texto advierte que un grupo de empresarios le pidió intervenir en las elecciones de 2018 para descarrilar al candidato Andrés Manuel López Obrador. Además que le sugirieron dejar caer al aspirante del PRI, José Antonio Meade, y apoyar al del PAN, Ricardo Anaya Cortés; y  en última instancia le solicitaron buscar al magnate Carlos Slim para se convirtiera en el candidato del PRI y el PAN”.

Una situación similar ya había revelado López Obrador, en su  libro ¡Gracias! (Planeta, 2023) en el sentido de que unos meses antes de las elecciones de 2018 , las élites de poder en México estaban tan desesperadas por su crecimiento en las encuestas, que visitaron a e Peña Nieto para proponerle, primero, que el comediante Eugenio Derbez fuera el candidato presidencial común del Partido Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI). El entonces Presidente les respondió: –Señores, por favor, sean serios. López Obrador en su libro también reveló la misma operación fallida a favor del comediante Derbez para que obtuviera  la candidatura presidencial, uan vez que esta le fue ofrecida al empresario mexicano de origen libanés Carlos Slim Helú, quien en las elecciones presidenciales pasadas tenía 78 años.

Peña Nieto refiere en su libro que tras las crisis causadas por el caso Ayotzinapa y la llamada Casa Blanca, grupos políticos y empresariales buscaron quitarlo de la Presidencia de México.“Esto ocurre justo antes de que yo cumpliera dos años. Me querían chingar, me querían tirar”.“Nunca debí permitir que mi esposa diera esa explicación y que se expusiera de tal forma”, expresó Peña Nieto sobre la forma en que Angélica Rivera, su exesposa, salió ante las cámaras para dar explicaciones sobre su patrimonio tras revelarse que tenían la lujosa casa blanca.

Con la lectura del  libro de Peña Nieto: “Confesiones desde el exilio: EPN”,  y ¡Gracias! de López Obrador tenemos dos testimonios que coinciden en mostrar que el último presidente del PRI, recibió de Felipe Calderón una presidencia disminuida por el desarrollo de la partidocracia, el fortalecimiento del Poder Legislativo, la autonomía de los gobernadores, la independencia de los legisladores, las reformas económicas y los órganos autónomos. Para gobernar, el nuevo presidente necesitaba redimensionar la institución, crear nuevos anclajes institucionales o renovar los existentes, pues ni siquiera sabía con certeza si el PRI le sería útil para la reconstrucción. Sin embargo, el recurso más expedito que tuvo a la mano Peña Nieto fue él mismo, y apostó su capacidad de gobierno a sus atributos personales, los verdaderos y los que le sumó la imagen que crearon sus publicistas, que lo presentaron no sólo como una cara bonita, sino como un político disciplinado, ordenado y cumplidor.  Este fue el inicio de su tragedia y la explicación de la derrota electoral del primero de julio del 2018.

El primer paso que dio el presidente Enrique Peña Nieto para construir su liderazgo a nivel nacional fue convocar a todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso a debatir y, de ser posible, negociar la aprobación de las reformas estructurales que estaban pendientes desde 2000. La ausencia de una mayoría presidencial en el Legislativo era una de las explicaciones más socorridas de esta casi parálisis del Congreso, y se atribuía a las malas relaciones del presidente Calderón con su partido y con el Poder Legislativo.

El presidente Peña Nieto logró sentar a la mesa de discusión a las tres principales fuerzas políticas del país que hasta entonces se miraban con desconfianza y habían sido incapaces de entablar un diálogo constructivo. Esta reconciliación fue en buena medida obra del presidente que adoptó un lenguaje moderado e incluyente. El acuerdo entre el PRI, el PAN y el PRD, inyectó optimismo en el ambiente y generó una atmósfera de entusiasmo.

El Pacto por México consistía en cinco grandes acuerdos cuyo objetivo era crear una sociedad de derechos y libertades, fomentar el crecimiento económico, el empleo y la competitividad, la seguridad y la justicia, la transparencia y la rendición de cuentas, y el combate a la corrupción. Entre 2012 y 2014 las relaciones en el seno del poder legislativo transcurrieron sin grandes conflictos, y las reformas fueron negociadas, votadas y aprobadas. El Pacto fue un acuerdo que se había concluido al margen del Congreso, un arreglo extraparlamentario cuya base era la igualdad ficticia de todos los participantes. Sometida la discusión de las reformas estructurales a la mecánica parlamentaria, habrían surgido las diferencias en la representación de las fuerzas políticas, y la necesidad de negociar alianzas y apoyos.

El PRI no tenía mayoría y, desde el punto de vista estratégico, le convenía sustraer el debate del Congreso porque si todas las fuerzas políticas eran iguales, la negociación entre ellas sería más fácil y menos costosa. La gran desventaja de semejante estrategia fue que relegó a segundo plano la institución clave de la representación nacional. En lugar de fortalecer a la institución presidencial, esta estrategia se atribuía exclusivamente a la personalidad del presidente y a su habilidad política.

De todas estas reformas, la más efectiva fue la reforma hacendaria que se presentó a las cámaras en septiembre de 2013, cuyo decreto firmó Peña Nieto en enero del año siguiente. Su objetivo era aumentar la captación de recursos públicos, asegurando el pago de impuestos de empresas grandes y medianas, y eliminando regímenes especiales. El gobierno esperaba recaudar alrededor de 18 mil millones de dólares adicionales, o sea 1.4% del PIB; gracias a esta reforma, los ingresos tributarios del gobierno federal pasaron de mil 157  millones de pesos en 2012, a dos mil 200 millones de pesos en 2018. La continuidad de la política económica mantuvo a niveles mediocres el crecimiento, aunque se controló la inflación por los que se crearon pocos empleos. No obstante, el naufragio del gobierno de Peña Nieto puede atribuirse más que a la economía, a la pareja letal que formaron la violencia y la corrupción.

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