jueves, agosto 1, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Álvaro Mutis: “Diario de Lecumberri”

Pablo Cabañas Díaz
Al escritor colombiano Álvaro Mutis(1923-2013), lo detuvieron tres años después de su arribo a la Ciudad de México, en 1956. Había llegado al entonces Distrito Federal, con cartas de recomendación para el cineasta Luis Buñuel y el productor Luis de Llano. Mutis se metió en problemas con la multinacional Esso, compañía para la que trabajaba como jefe de relaciones públicas, gastó altas sumas de dinero en juergas y comidas en restaurantes de lujo con sus amigos, por lo que sus abogados le aconsejaron la argucia de que salía de Colombia como exiliado y perseguido político.
Esso, lo demandó y un juez ordenó su detención. Fueron quince meses los que pasó recluido al interior del Palacio Negro de Lecumberri. Allí aprendió muchas cosas y escribió su “Diario de Lecumberri”. La crujía era un lugar próximo al infierno. ¿Cómo eran sus habitantes?. Conoció a líderes obreros como Demetrio Vallejo. También a tipos que mataban por centavos. Entre ellos, al peluquero de la cárcel – que había degollado a dos de sus mujeres. Cada vez que pasaba la cuchilla de la navaja por su cuello, le decía: “Oye, Jorge, ¿no te vayas a equivocar?” -“No señor Mutis, ¿cómo me voy a equivocar? Yo sé hacer estas cosas”. Los amores de Mutis con Elena Poniatowska, discurrieron con discreción durante sus días del encierro penitenciario (1959), y queda constancia que lo visitaba todos los domingos. Julio César Londoño, periodista colombiano que a lo largo de los años ha seguido ese idilio, expresó lo siguiente en “La Revista de El Espectador” (23-VI-2002), a propósito de los encuentros sigilosos en la cárcel: “Ella era una mujer precozmente adulta, él un hombre mayor”. En México continuó su amistad con Gabriel García Márquez . Lecumberri  fijó el curso de que lo que habría de seguir durante los próximos años, encaminándose a la consecución de su tan ansiado Premio Cervantes, que finalmente le fue entregado en 2001.
Doce años después, en 1969, siendo Canciller su amigo Alfonso López Michelsen, pudo regresar a Colombia. López Michelsen haría borrar todo vestigio de los expedientes judiciales mexicanos con la ayuda de Antonio Carillo Flores, el todo poderoso Secretario de Relaciones Exteriores de Gustavo Díaz Ordaz. Mutis recibió como premio a sus servicios y sus prisiones dos de los empleos fabulosos: vendedor de películas de Hollywood , aficionado a la poesía y protegido por el Center for Inter American Relations. Mutis  tuvo un arcoíris de raros e innumerables oficios: desde locutor radial, actor de radionovelas, hasta la voz en español de Walter Winchell, en la primera versión de la serie Los Intocables, donde paradójicamente un detective y su equipo, persigue timadores del fisco en la cabeza de Al Capone, experto en lavado de activos y evasión de impuestos. Empleos que le llevaron por más medio siglo dando 17 veces la vuelta al mundo sin cambiar su modo de ser. El escritor Fernando Vallejo, en  el periódico español “El País” (18/VIII/2003), señaló que la promesa de Mutis de no volver a España mientras le negaran la visa a los colombianos se acabó rápido:“A los pocos meses de que nos pusieran la visa a los colombianos, con la mayor desvergüenza fue a sacar el visado a la Embajada española en México y acto seguido viajó a España a embolsarse los cien mil dólares del premio Cervantes que le acababan de otorgar”.

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