viernes, abril 19, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Aislados en casa

Pablo Cabañas Díaz

“Estoy descubriendo muchos de los problemas del confinamiento en Milán”, reconoció Sun Shuopeng, el delegado de la Cruz Roja china que desde el pasado 18 de marzo trabaja en Italia junto con otros expertos llegados del gigante asiático. El equipo que encabeza Shuopeng, tiene una inmejorable tarjeta de presentación: luchó y venció al coronavirus Covid-19 desde el epicentro de la pandemia, en la ciudad china de Wuhan.

Su experiencia, cuando se cumplen tres días consecutivos en los que no se ha registrado ningún caso de contagio local en China, resulta clave para enderezar el trazado de la enfermedad en Italia, el primer país del mundo en número de muertos -suman 4.032- y el segundo en contagios -más de 47.000-. Los fallecidos en Italia protagonizan desde hace 48 horas escenas dramáticas de ataúdes desplazados a ciudades distintas ante el colapso de las funerarias y los servicios de incineración. España, que ha tenido dos semanas previas para ver lo que sucedía en Italia  se empieza a prevenir ante un escenario  que podría llegar.

 

Nadie se ha atrevido a hacer lo que las autoridades chinas hicieron en Wuhan, zona cero de la crisis del coronavirus, donde el confinamiento era tan total que los comités vecinales llevaban la comida a casa y en casos excepcionales se permitía que un miembro de la familia bajara a tirar la basura. Cada país ha ido adaptando las medidas de reclusión en función del aumento del número de infectados, pero ninguno ha llegado a los niveles de China.

España e Italia son los dos países con las órdenes de confinamiento más extensas, aunque con ciertas diferencias entre ambos: en el segundo país, por ejemplo, llevan más días recluidos, pero hasta hace poco estaba permitido desplazarse en la calle. En Francia ha crecido la severidad con los días, aunque aún se permite salir a hacer deporte.  En Inglaterra solo han cerrado escuelas, bares y restaurantes.

Según dos estudios chinos realizados durante la crisis de Covid-19, el nivel de estrés de las personas confinadas es “moderado a alto” en más del 50% de los encuestados en uno  y más del 30% en el otro . Un confinamiento general de toda una población durante varias semanas es un fenómeno nuevo sobre el cual no hay un antecedente  científico.

El estrés, la ira, la ansiedad, pero también el síndrome postraumático, la depresión y los comportamientos de evitar a las personas enfermas o lugares abarrotados podrían calmarse debido al confinamiento. Investigadores ingleses se han embarcado en una revisión rápida de la literatura científica sobre el impacto psicológico de las cuarentenas pasadas, durante las epidemias de Ébola, Mers y H1N1. Sus resultados están disponibles en el sitio web de la revista  The Lancet . En personas de cuarenta y tantos años, la baja moral (73%) y la irritabilidad (57%) son los síntomas más comunes.

Para reducir estos síntomas, aparecen una serie de consejos publicados en The Lancet para limitar el impacto psicológico de encierro Entre las recomendaciones: obtener información en sitios confiables y no continuamente; mantenerse en contacto (telefónico) con sus seres queridos; mantener un estilo de vida saludable (comida, sueño, estiramientos, etc.).

“Podemos construir sobre las cosas positivas que existen a nuestro alrededor, el vínculo positivo con el otro, por lo tanto, juega en la capacidad de resistencia. En el mismo sentido, los autores del artículo publicado en The Lancet creen que hay que ser conscientes de que en  un encierro prolongado se tiene que aceptarlo de buena gana para que sea más fácil vivirlo. Finalmente, es importante tener en cuenta que los efectos del encierro  no van a  desaparecer de inmediato cuando se levanta la cuarentena.

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