Pablo Cabañas Díaz.
En sus inicios, el PAN fue un partido político que se oponía al programa de gobierno del general Lázaro Cárdenas, una vez que concluyó ese sexenio fue desechado por los siguientes gobiernos, y en su lugar se adoptaron políticas favorables a la clase empresarial, en ese momento las propuestas panistas fueron perdiendo sentido y apoyo. A partir de Miguel Alemán, mediante la cooptación gubernamental, los cuadros de expertos y profesionistas, y que fue conocida como la política de “mano tendida”, de esta forma el PRI se hizo cada vez más del apoyo de las clases medias que apoyaron inicialmente al PAN.
Otro actor importante que perdió el PAN fue la Iglesia Católica que se apartó públicamente de la arena política y electoral, pues la postura del Episcopado mexicano era buscar un entendimiento con el Estado, por lo que se distanció de los laicos que luchaban contra el PRI. En esos años, nadie mejor que el arzobispo primado de México, Luis María Martínez, para describirnos la línea eclesiástica de esos años: “Ni con el Partido Acción Nacional, ni con la Unión Nacional Sinarquista, ni con ninguna organización de carácter cívico, o político, aunque estén formadas por católicos y tengan tendencias católicas”.
En ese mundo político dominado por el PRI, en 1951, el interventor apostólico Guillermo Piani, ante la beligerancia de los panistas, declaró: “hoy no se puede explicar la oposición sistemática a un régimen decoroso, que ha rodeado a la Iglesia de atenciones y de consideraciones”. De esa manera, el PAN se quedó sin el apoyo de la jerarquía eclesiástica, de las clases medias y de los grandes empresarios. Cada uno de esos actores tomó su propio rumbo buscando sus intereses particulares, por lo que el partido católico perdió el apoyo necesario para aspirar a tener éxitos electorales significativos.
Fue hasta las elecciones presidenciales de 1952 cuando el PAN tuvo por primera ocasión un candidato propio. La Convención Nacional del partido eligió como su candidato presidencial a Efraín González Luna. La plataforma de campaña adoptada por la convención fue un llamado a la justicia social sobre las bases del pensamiento católico, pero sin usar símbolos ni lenguaje religioso.
Lo anterior se debía en parte a la prohibición expresa de la legislación, tanto constitucional como electoral, de usar símbolos religiosos para hacer propaganda política, aunque los colores oficiales del partido, el blanco y el azul, son los colores de la Inmaculada Concepción, y debido a la inmensa cantidad de militantes católicos de Acción Nacional, es difícil pensar que fuera simple coincidencia.
En esa elección el PAN tuvo como candidato a González Luna —intelectual y activista respetado y admirado dentro del mundo católico- lo que hizo que en 1952 la Unión Nacional Sinarquista decidiera apoyar a su campaña electoral. El prestigio de González Luna como líder católico y el apoyo de los sinarquistas reforzó la identidad confesional del partido, ya que la UNS era una organización integrada por masas campesinas que profesaban un catolicismo fanático y opuesto a la democracia liberal. Se reforzó la identidad católica del partido con José González Torres, en aquel tiempo líder de la Acción Católica, quien llamó a todos los creyentes a votar por aquellos candidatos que ayudarían al catolicismo, lo cual era un velado llamado para votar por el PAN.
González Luna obtuvo 7.8% del total de votos; una cifra bastante pequeña si se le compara con la obtenida por el priísta Adolfo Ruiz Cortines (74.31%), pero nada despreciable si la comparamos con los votos que se le reconocieron a la entonces considerada mayor oposición del PRI, el general Miguel Henríquez Guzmán (15.9%), y sobre todo con lo obtenido por el socialista Vicente Lombardo Toledano (1.98%). Desde la creación del PRI, en 1946 y hasta 1964 no hubo en México más de una docena de diputados pertenecientes a un partido diferente, lo mismo sucedió con las casi 2 mil alcaldías que integraban al país y los congresos estatale. No hay que olvidar que el Senado, las gubernaturas de los Estados, sin excepción, fueron monopolio exclusivo del PRI hasta los años ochenta. De ese tamaño era el PRI hasta la octava década del siglo XX