Pablo Cabañas Díaz.
La política del siglo XX en México se encuentra marcada por la Revolución mexicana que creó un discurso, un Estado y un partido político . Las izquierdas quedaron al margen de la política real, sin espacio ni oportunidad de expresar sus demandas. En muchos casos encerradas en su ortodoxia se colocaron detrás del partido del Estado. Como lo advirtiera Pablo González Casanova, debido a la ventaja del discurso oficial, la oposición solamente aportaba críticas, articulaba descontento y proporcionaba al gobierno los elementos necesarios para reformular las políticas públicas.
La política del siglo XX en México se encontraba marcada por la Revolución mexicana que creó un discurso, un Estado y un partido comprometido con los objetivos sociales de ese movimiento. Las izquierdas quedaron al margen de la política real, sin espacio ni oportunidad de expresar apropiadamente sus demandas. En muchos casos encerradas en su ortodoxia se colocaron detrás del partido del Estado. Como también lo advirtiera Pablo González Casanova, debido a la ventaja del discurso oficial, la oposición solamente aportaba críticas, articulaba descontento y proporcionaba al gobierno los elementos necesarios para reformular políticas.
El resultado fue la marginalidad de las izquierda. El discurso oficial, nacionalista y revolucionario abarcó a la misma oposición de izquierda y penetró a la sociedad, que “hablaba en el lenguaje oficial y participaba de las metas del propio Estado”. Por eso González Casanova en la segunda mitad del siglo XX, concluía que el “destino de una parte importante de la oposición era el PRI”.
En los años ochenta, hubo un cambio de rumbo, el PRI, se volvió una organización conservadora que promovía y facilitaba los cambios que el proyecto neoliberal requería para implantarse en nuestro país . En el PRI, e incluso en sus gobiernos, existieron corrientes más comprometidas con los programas sociales y otras que, buscaban la expansión de los negocios y las finanzas, y que incluso se preocupaban más por defender los intereses privados en la política. La tensión fue permanente, pero los resultados favorables del modelo económico atenuaron el conflicto.
Pero la tensión entre la viabilidad económica y el compromiso social se rompió y llevó, en 1987, a la más profunda crisis al PRI y que a nuestro parecer no pudo resolver en los años que subsecuentes . Lo ocurrido en 1987 con la Corriente Democrática marcó al modelo económico neoliberal, y marginó de 1987 al 2018 los compromisos sociales. Es importante señalar que esa crítica fue elaborada por la izquierda priista, no por la izquierda opositora. La élite tecnocrática que llegó con Miguel De la Madrid se propuso restaurar la fórmula de menos política y más economía, por lo que se quitó a su base social, a la que calificó de populista. Esa base social fue la que desde los años treinta le había dado la razón de ser y el apoyo político al proyecto de la Revolución mexicana. Los gobiernos neoliberales fueron derrumbando sus fundamentos políticos e ideológicos. El nacionalismo revolucionario siguió otros caminos, fuera del PRI.