Luis Alberto García / Yuzno-Sajalinsk, Rusia
* Versión de David Glantz sobre los últimos combates de la II Guerra.
* Las conquistas de Toro, Nissi-Onura y Neiu-Haku, primeras victorias.
* La derrota de imperio de Japón hizo recuperar el orgullo perdido en 1905.
* Registro detallado del día a día de cada triunfo de los soviéticos.
* El número de bajas de la potencia oriental fue infinitamente mayor.
* Todo acabó el para el Eje japonés, alemán e italiano el 2 de septiembre de 1945.
En su detallada obra “Soviet Opeational and Tactical Combat in Manchuria, Operation August Storm, The Battle of Southern Sakhalin Island, 11-25 August 1945: Joint Ground and Amphibious Operations” (Fran Cass Publishers, London, 2013, p. 230-263), el investigador británico David Glantz escribe los episodios finales de la batalla por la isla de Sajalín.
Así define el principio de la pérdida por el Ejército imperial japonés de ese enorme territorio insular, recuperando los soviéticos el orgullo perdido en 1905: “De este modo fue como a la caída de la tarde, los infantes de la Marina soviética conquistaron el puerto de Toro y los pueblos cercanos de Nissi-Onura y Neiu-Haku”.
Un día después del desembarco en Esutoru el 17 de agosto de 1945 –prosigue Glantz-, el Batallón 365 de Infantería Naval continuó su avance hacia el Norte, y las 7:00 los soviéticos asaltaron la localidad de Iama-Sigai tras un bombardeo de artillería de media hora que acabó con numerosos defensores nipones.
“A continuación siguió una carga de los infantes de Marina de la Unión Soviética que, sobre las 9:00 terminaron conquistando la ciudad, y así, asegurada Iama-Sigai, cerca de las 16:00 el transporte Petropavlovsk desembarcó nuevos efectivos en Toro que, poco más tarde, contribuyeron a la toma de Taihai.
“Mientras el Ejército Rojo intentaba abrirse paso en las zonas de desembarco -agrega David Glantz-, también desde el Paralelo 50 el LVI Cuerpo avanzaba hacia el Sur para unirse con las tropas de las playas, como lo hicieron la 79ª División de Fusileros y la 214ª Brigada Blindada conquistando los montes Happo y Fugato”.
El 18 de agosto, después de que tras varios días de lucha los japoneses se rindieran, fueron hechos prisioneros casi tres mil combatientes, con lo cual se consolidó la cabeza de playa en Esutoru, para que la Marina soviética se preparara para desembarcar en el puerto de Maoka a la 113ª Brigada de Fusileros constituida por mil 600 efectivos.
Para ello –detalla el autor inglés-, la flota soviética del Pacífico Nororiental se echó a la mar con 22 navíos, entre los que estaban el dragaminas Okean; el cañonero Zarnitsa; las patrulleras BO-302, BO-314, MO-25, MO-31, MO-32, MO-35 y MO-63.
“Así como los torpederos TKA-631, TKA-641, TKA-645 y TKA-646; los remolcadores Bagration, T-522, T-583, T-588 y T-591; los transportes Vsebolod Sbirtsev, Krabolov Nº3, Izmail; y el buque de rescate Telman”.
Sobre las 6:50 del amanecer del 19 de agosto de 1945, la flota del Pacífico Nororiental apareció ante Maoka bajo una fuerte tormenta marina, y a pesar de las duras condiciones climatológicas, a las 7:35 numerosas tropas soviéticas escoltadas por el cañonero Zarnitsa consiguieron desembarcar en el puerto.
“Estas fueron recibidas por un nutrido fuego de ametralladoras japonesas que no fueron eliminadas hasta pasados 40 minutos: poco después otra fuerza a bordo de la patrullera MO-35 desembarcó a un segundo contingente de la 113ª Brigada de Fusileros, más al Noreste de la ciudad por culpa de la niebla, aunque rápidamente se unió a la lucha”, describe Glantz.
En el último capítulo, el historiador cuenta que, calle por calle y edificio por edificio, soviéticos y japoneses pelearon ferozmente en Maoka con una visibilidad de pocos metros hasta que, al caer la tarde, los primeros se impusieron a sus enemigos y finalmente conquistaron el puerto, sufriendo los nipones más de mil bajas, entre muertos y prisioneros.
Para el 20 de agosto, de acuerdo con el profesor Glantz, las tropas soviéticas de la 113ª Brigada de Fusileros en Maoka controlaron el ferrocarril hacia Odomari y tomaron las ciudades de Tomamai y Otakai: “Una vez caída la noche, aseguraron el aeródromo de Konotoro, y tras algunos combates ocuparon Futomata.
Del 21 de agosto en adelante, el Ejército Rojo continuó su imparable avance en la isla de Sajalín: “El día 23 un grupo de embarcaciones soviéticas desembarcaron por un error de navegación causado por una tormenta a un contingente de tropas en el puerto de Hondo, el cual asombrosamente rindió su guarnición a los invasores sin ofrecer resistencia”.
Al día siguiente, esa misma fuerza soviética desembarcó a sus efectivos, esta vez en el lugar correcto -el puerto de Odomari- ocupando sus integrantes la ciudad y capturando sin disparar un tiro a los tres mil 600 japoneses presentes.
Así narra David Glantz la última batalla librada en Sajalín el 25 de agosto, durante la conquista soviética de Toyohara, cuando al atardecer las tropas japonesas presentes en Sajalín, se rendían ante los enviados de Iósif Stalin, obedeciendo la orden inapelable del emperador Hirohito dictada desde Tokyo.
En suma, la campaña de Sajalín constituyó una magistral victoria militar para la Unión Soviética, ya que con escasas bajas y pérdidas materiales en comparación con los japoneses, el Ejército Rojo y la Marina lucharon sobre un territorio abrupto, boscoso, poblado de fuertes lluvias y con caminos intransitables.
Desde el inicio de la operación y a pesar de las adversidades –concluye David Glantz-, los soviéticos avanzaron imparables por Sajalín coordinando sus esfuerzos con los desembarcos anfibios de Esutoru y Maoka, lo que les permitió recuperar en cuestión de dos semanas todo el territorio perdido en 1905, cuando el imperio zarista tuvo la más ignominiosa de sus derrotas.
Los números reseñaron que Japón sufrió unas 29 mil bajas –dos mil muertos, tres mil 700 heridos y 23.300 prisioneros-, mientras la Unión Soviética tuvo mil bajas entre muertos, heridos y desaparecidos.
Terminada la conquista de Sajalín, la Unión Soviética incorporó la zona meridional de la isla a la parte septentrional, unificando de ese modo el terreno perdido en la guerra ruso-japonesa, en la cual, absurda y estúpidamente, se empeñó el zar Nicolás II en 1905.
También el Ejército Rojo inició los preparativos en los puertos de Esutoru y Maoka para estacionar la fuerza de invasión a la isla japonesa de Hokkaido, operación que jamás se llegaría a realizar por falta de medios, pues el 2 de septiembre de 1945 había finalizado oficialmente la Segunda Guerra Mundial, con la derrota definitiva de Japón, Alemania e Italia.